Es cierto que la serie tiene sus sustos, que la familia maldita, las nenas asesinas, los señores partidos al medio ya forman parte de una especie de melodrama sobrenatural bastante trivial cuyo mayor atractivo reside -o residía- en la idea de que todo es “real” porque se toma con cámaras de seguridad, camcorders caseras, etcétera. Pero si algo ha sucedido con esta serie es que descubre -o redescubre- algo central: no alcanza con el susto para generar miedo, sino que hace falta una historia y que tengamos empatía con sus criaturas. Esta nueva entrega mantiene el procedimiento repetido de las imágenes pero intenta abrir un poco la trama hacia nuevos personajes, aunque sin perder relación con los tres films anteriores. Pero tiene el mismo defecto: estamos esperando el momento en que nos vamos a asustar o tener miedo. Y llega, pero como siempre pasa, no todos nos asustamos de lo mismo. La persistencia en el juego hace que estas Actividades... se acerquen peligrosamente a la serie de TV.