Previsible nueva entrega de un éxito
Parte de una saga iniciada en 2009 (fecha del estreno comercial de Actividad paranormal en Estados Unidos; antes había sido exhibida con buena repercusión en el S creamfest Film Festival , referencia en el género del terror) con una película que costó apenas 15.000 dólares y recaudó 151 millones de esa misma moneda, Actividad paranormal: Los marcados continúa la senda del terror psicológico narrado a través de grabaciones caseras que llevan a cabo los propios protagonistas de la historia.
Todas las películas de este tipo se parecen entre sí: una cámara inestable, giros vertiginosos que dificultan la visión de algunas escenas y efectos digitales de bajo costo y alto ingenio. Esta nueva entrega de una saga destinada básicamente al público adolescente no se corre demasiado de esos parámetros. En ese sentido es una película previsible, apegada a esos cánones establecidos por modelos de fuste como la famosa El proyecto Blair Witch (1999). Lo más interesante no está entonces en el despliegue de una serie de recursos archiexplotados, sino en una pintura leve, pero bastante precisa de la vida cotidiana de aquellos integrantes de la comunidad latina que desde hace años se han integrado a la sociedad de consumo norteamericana. En la indumentaria, la ambientación de los lugares donde viven, los consumos culturales y el imaginario que revelan en cada actitud hay señales contundentes del perfil de esos ciudadanos que hoy son cerca de 50 millones en los Estados Unidos. Los personajes más jóvenes de Actividad paranormal: Los marcados lucen completamente integrados a la cultura del país en el que viven, mientras que la abuela de uno de los protagonistas (aquel que es poseído y tiene a maltraer a unas cuantas víctimas) habla solamente español, mantiene sus propias creencias religiosas y supersticiones, y no parece terminar de adaptarse a las nuevas reglas del lugar en el que le pasar sus días.
Ese pequeño apunte sociológico es que le aporta mayor riqueza a un film adocenado, surgido de la lógica de la producción en serie, tan habitual en la industria cultural estadounidense.