El grado cero del terror
El terror en el cine necesita sorpresa y efectividad. Codificado hasta el hartazgo, el género no es inmune a una deflación casi inevitable. Ciertos filmes consiguen evitar la caída en la insignificancia, pero son pocos. La mayoría, como sucede con esta sospechosa versión latina (hablada en inglés) de Actividad paranormal, tiene asignado un lugar efímero en la cartelera. Después les corresponde el olvido, en este caso muy merecido.
Actividad paranormal: los marcados es descendiente, como tantas otras, de El proyecto Blair Witch, filme pionero en cruzar las cámaras digitales hogareñas con el terror. La obsesión por filmar la cotidianidad de uno de los personajes define su puesta en escena. Ya no se trata solamente de capturar la vida nocturna y verificar la presencia de una entidad paranormal como en las anteriores: aquí la compulsión del registro busca sortear el secreto terror de transitar una vida sin sobresaltos.
Como si estuvieran en un reality, Jesse y Carlos filman todo: una graduación, la vida sexual propia y ajena, una escena familiar cualquiera, proezas físicas, incluso una pelea callejera en la que están involucrados. También han filmado a Anna, una vecina de la que todos sospechan que es bruja. Habrá primero una muerte, luego un sospechoso. Jesse y Carlos no dejarán de filmar nunca, incluso cuando sus propias vidas estén en peligro, pero el artificio del registro no se sostiene y un conjunto de signos recargados intenta explicar qué es y qué significa lo que estamos viendo.
Después de unos treinta minutos consistentes, la lógica de la película casera se confunde con ciertos elementos fantásticos. El terror se nombra y se fundamenta: paganismo precolombino, aquelarres, posesiones, rituales, fin de cierto espíritu lúdico y experimental que es sustituido por una voluntad de atemorizar en nombre del inframundo. El descubrimiento de ciertos poderes de Jesse y unas sesiones de espiritismo donde un viejo Simon reemplaza a la tradicional copa son aciertos menores de un filme que en su apuesta final banaliza el horror al explicar y mostrar todo. Grado cero del terror: abandonar el fuera de campo que lo sostiene.
Si Actividad paranormal: los marcados hubiera elegido ser una parodia no explícita de la franquicia, tal vez habría sido genial. Cierta frescura inicial y el acierto de no musicalizar nunca sus imágenes no la redime de su naturaleza oportunista. El negocio del terror avanza y el género fagocita sus escasas innovaciones.