Una joven pareja mudada hace poco a una gran casa de dos pisos y con varias habitaciones, debe sufrir los ataques de un ser extrasensorial que habita el lugar junto con ellos. Sin embargo, ante la consulta con un medium, descubren que no es el lugar el que está "embrujado", sino que es la joven la que acarrea consigo una conexión con una especie de espíritu maligno. Ante tal circunstancia, el joven decide comprar una cámara para lograr captar al fantasma y ver cómo neutralizarlo. Es esa cámara la que se convertirá en la encargada de que, como espectadores, veamos todo lo que les sucede y se convierta, entonces, en el filme mismo.
Rodada con una única cámara, en una casa y con tan sólo 11.000 dólares de presupuesto, “Paranormal activity” disfruta de una carrera comercial meteórica desde el mismo momento en que el producto contó con el consentimiento de Steven Spielberg, que vio el filme y se entusiasmó, ayudando a que éste se estrenara. El resultado ha sido contundente: número 1 en la taquilla norteamericana.
Al mejor estilo "Blair witch project", el formato cuasi real resulta, por un lado, afortunado, dado que genera mucha tensión el uso de la cámara en mano en momentos críticos, además de ese look de registro casero de la realidad; y por otro lado, un desacierto, dado que es algo monótono el devenir de la película, pues durante toda la historia son pocos los momentos en los que se producen las espantosas apariciones, afectando al ritmo de la misma. Eso sí, cuando aparecen, lo hacen contundentemente, sacudiendo - en cuentagotas - al espectador. Resultado: más marketing que buena película...