Hay películas que llegan atascadas en un embotellamiento de marketing. Se habla demasiado de ellas, se pierden en el tráfico mediático y al rato son olvidadas para dejar paso al nuevo fenómeno. Para vender Actividad Paranormal (Paranormal Activity) se insistió con su proeza de haber recaudado más de 80 millones de dólares (solo en Estados Unidos) cuando apenas había costado 15 mil. Muchos sospecharon de esta estrategia y se apuraron a colgarle el cartel de “Alerta: fraude”. Y así es como nos acercamos a la película, picados por la curiosidad y a la vez armados de impaciencia y desconfianza.
Lo bueno del tiempo es que ayuda a aplacar esas prevenciones, y uno puede rescatar la obra por lo que genuinamente es: una humilde película de terror que se presenta como filmación casera, con un par de hallazgos interesantes.
No, por supuesto que no es Sexto Sentido, ni Poltergeist, ni El Ente, ni se puede comparar con Blair Witch Project, por nombrar solo algunos títulos afines. Actividad Paranormal falla en varios niveles, empezando por la pareja protagonista y su inverosímil terquedad: ¿por qué no abandonan esa casa cuando ya hay pruebas suficientes de que corren serio peligro? La explicación es que el “espíritu maligno” (o como quieran llamarlo) perseguirá a la muchacha dondequiera que ella vaya, y es por eso que su novio propone filmarla por las noches, durante el sueño, para comprender qué pasa y enfrentar esa amenaza de una vez y para siempre. Lástima que el novio no hace mucho más que sostener la cámara y mascar ironías ante la angustia de su chica. Es un tonto importante.
Pero dejemos todo esto de lado, por un momento, para observar las escenas del dormitorio, en las que figura un reloj contador en el rincón inferior derecho de la pantalla. Sabemos entonces que el editor decidió adelantar las imágenes, acelerarlas, para detenerse solo en los instantes significativos, los que encierran algo raro, ambiguo. En esos segundos, el film concentra y potencia al máximo nuestra atención, nuestros nervios, el deseo de ver. Todo lo que allí sucede, en campo y fuera de campo, forma parte del misterio, sin trucos disuasorios. En este aspecto, la película parecería declararle la guerra al llamado “golpe de efecto”, ese tramposo efecto-sorpresa (sonoro, visual, o ambos) que asusta y manipula pero no necesariamente narra, un recurso que el género ha exprimido al punto de agotar sus primitivas delicias.*
En medio del matorral gobernado por la obscenidad redundante (El juego del miedo), los cruces inocuos de ficción y documento (Contactos del cuarto tipo/ The fourth kind, que se estrena esta semana) y el efectismo remolón (Los extraños), el film de Oren Peli encuentra un pequeño espacio para respetar el miedo. Por unos instantes, el mundo se reduce a una cama, dos personas que duermen y una puerta abierta. Nuestros ojos se amilanan frente a ese cuadro tan común y cotidiano, y al mismo tiempo se mueren por saber y escanean la pantalla con desesperación para dar con algún signo, cualquier indicio que confirme (o desmienta) que ese otro lado de lo real es posible. Doble ejercicio para la mirada y los oídos: depuración para apreciar lo mínimo; musculación para alcanzar lo que aún no conocemos pero necesitamos ver. Mientras una película se preocupe por sostener esa gimnasia, el cine seguirá vivo.
Actividad Paranormal acaba de salir en DVD, editado por AVH.