“Quiero ser un rato yo misma, por favor” les pide Analía Couceyro a sus hijos después de simular que, pociones mágicas mediante, se convierte sucesivamente en monstruo, cavernícola, abuela, mujer mexicana, locutora de radio, fan, cantante de ópera, vocalista de una “banda de cinco estrellas”, ratón. El registro da cuenta de la perspectiva desde donde Fabián Fattore realizó su tercera película, Actriz. Seguro, tal como adelanta el título, ésta es la semblanza de una actriz en particular, pero también –acaso sobre todo– es la aproximación a un tipo de actor argentino: aquél que a veces se cansa porque a toda hora invierte talento, disciplina, energía, tiempo en proyectos ajenos a la narrativa que impone nuestra industria cultural.
Quizás para situarla fuera –y bien lejos– de la vitrina glamorosa, el realizador retrata a Couceyro en el ámbito del teatro llamado independiente y, salvo contadas excepciones, en plena actividad laboral. De hecho, la muestra memorizando y ensayando parlamentos, puliendo la traducción al castellano de un libreto escrito en alemán, sometiéndose a sesiones de maquillaje y a pruebas de vestuario y de luces, atendiendo indicaciones de distintos directores, dando clases de actuación. Con perdón de la voz coloquial, los espectadores nos encontramos con una laburante sin aparente relación con esas estrellas que se autoproclaman artistas, y que aparecen en programas de TV, películas taquilleras y en las antes llamadas ‘revistas del corazón’.
Fattore no menciona un solo antecedente cinematográfico o televisivo de su musa y, a contramano de cierta práctica periodística, tampoco la filma “en la intimidad”. De hecho, las dos o tres escenas que Couceyro comparte con sus hijos León y Valdemar giran en torno a juegos (re)creativos.
El realizador desarticula los prejuicios en torno al cine que se mete en/con el teatro. El retrato de Couceyro atrapa porque es estético: la fotografía en blanco y nuevo resulta tan atractiva como los primeros y primerísimos planos acordados a la protagonista. También porque describe con delicadeza el oficio actoral libre del diktat de los productores de entretenimiento masivo.
A través del film de Fattore, asistimos a la maravillosa conversión del actor en personaje. Además de Analía, Couceyro es Nora, Constanza, Marie Curie. Y por si esto fuera poco, pociones mágicas mediante, también se transforma en monstruo, cavernícola, abuela, mujer mexicana, locutora de radio, fan, cantante de ópera, vocalista de una “banda de cinco estrellas”, ratón.
Actriz desembarca hoy jueves en el cine Gaumont. Hasta el miércoles 13 de septiembre, se proyectará en las funciones de las 13:40 y las 20:10.