Con un pie en el thriller judicial y otro en el drama familiar, el director Gonzalo Tobal, que tuvo un paso por el Festival de Cannes con su ópera prima Villegas, arriesga un salto afortunado del cine independiente al industrial, con una película que tiene todos los condimentos de un buen producto mainstream (factura técnica impecable, elenco con figuras reconocidas), y que a su vez añade una cuota de refinamiento en su concepción formal; que está muy por encima de los exponentes del cine comercial argentino.
Dolores (Lali Espósito) es una chica de clase media-alta que pasa un par de años entre el letargo y la crispación, tras ser acusada de asesinar a una amiga. Sus días discurren alrededor de una familia que está plenamente abocada a salvar a la joven del infierno carcelario. Sus padres (Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez) supervisan estrictamente la tensa rutina cotidiana, y un filoso abogado (Daniel Fanego), se encarga de trazar la minuciosa estrategia en cada movida del largo proceso judicial.
Más allá de la riqueza de la historia, sobre la que no conviene anticipar mayores detalles, estamos frente a una película que se define por una estructura narrativa, armada en modo rompecabezas, alternando piezas del presente y el pasado. Desde Alfred Hitchcock hasta aquí, todo buen thriller debe dosificar la información que le brinda al espectador de manera ultra precisa. El retaceo absoluto puede ocasionar el distanciamiento de la platea, y la abundancia de pistas generalmente deriva en que un público medianamente atento, intuya la resolución antes de los créditos finales.
Acusada organiza los bloques del relato sosteniendo la intriga, tanto sobre la presunción de inocencia o culpabilidad de la protagonista, como sobre la revelación de los oscuros sucesos acontecidos durante la noche del asesinato. La dirección de fotografía de Fernando Lockett (La vida de alguien, Pinamar) está entre los puntos más destacados en la concepción artística de este film, mientras que la omnipresente música de Rogelio Sosa resulta un tanto subrayada y ominosa. Los vaivenes temporales entre la truculenta escena del crimen y la vida de una familia que ha quedado suspendida durante dos años en la tensa espera del juicio, están orquestados con notable maestría.
En cuanto a las interpretaciones, Lali Espósito pasa la mayor parte del relato actuando enajenada en modo zombie, y no termina de explorar los matices necesarios para darle espesor a su atribulada Dolores. Son los secundarios quienes despligan todo su arsenal expresivo, para apuntalar y sostener cada escena. Inés Estévez da cátedra en el rol de una madre que es capaz de rematar una situación límite con un golpe, un grito o un monosílabo tajante. Leonardo Sbaraglia sale airoso en más de una encrucijada difícil de afrontar. Mientras que cada contundente plano en el que aparece Daniel Fanego es de una solvencia excepcional. Completando el seleccionado de brillantes secundarios, Gerardo Romano y un superlativo Gael García Bernal, aprovechan al máximo cada minuto de sus participaciones especiales. En el ensamble completo, todos avanzan de manera compacta, interactuando con exactitud, sin que nadie se imponga desde la arrogante premisa de "vengo a robar cámara".
El director Gonzalo Tobal acierta al focalizar la mayor parte del conflicto puertas adentro, en el seno de una casona familiar que adquiere ribetes de presidio, pero también se muestra convincente a la hora de retratar los vericuetos judiciales de un caso macabro; y su inevitable impacto sensacionalista en los medios. En su conjunto, Acusada funciona porque logra sostener a lo largo de casi dos horas un concepto por demás incómodo: tanto para el espectador como para los seres más cercanos a la protagonista, no hay certezas absolutas. La dicotomía entre el misterio que espera agazapado y el zarpazo que puede estar a la vuelta de la esquina.
Acusada / Argentina / 2018 / 113 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Gonzalo Tobal / Con: Lali Espósito, Leonardo Sbaraglia, Inés Estévez, Daniel Fanego, Gerardo Romano y Gael García Bernal.