DE ACUSACIONES Y SIMULACIONES
Acusada es la última película de Gonzalo Tobal, director argentino que hace unos años realizó la más que interesante Villegas. No obstante, para el público general, Acusada no será la nueva película de Tobal sino la nueva película de Lali Espósito, la chica que empezó con los productos de Cris Morena y que más de uno reconoce como actriz de televisión y cantante. Por eso quizás una película como esta puede llegar a ser desconcertante para el público. Dicho desconcierto quizás no venga por el lado de verla a ella en un papel dramático, sino de verla en una película que escapa a lo convencional, y que puede defraudar a quien vaya a ver un film de género lleno de lugares comunes.
Acusada es, después de todo, un largometraje que parece asentarse en dos tradiciones: el policial whodonit y las películas de juicios. En ambas situaciones se suele normalmente encarar un caso criminal para que se nos vaya conduciendo hacia pistas que nos permitan llegar a la verdad. Sin embargo, Acusada no termina pasando por ese lado, y las pistas acumuladas están más hechas para crear un clima de misterio o incluso para defraudar las expectativas del espectador haciéndole creer que se llegará a una respuesta definitiva que nunca vendrá. La esencia entonces de esta película pasará por otro lado: por la exploración de un personaje como Dolores (Espósito) y una personalidad enigmática que podrá o no ser además homicida. También se trata de una película que habla del sistema judicial, y de las necesidades de puestas en escena o la construcción de la imagen de los defendidos en el sistema legal a la hora de inclinar la balanza de una sentencia. Desde este punto de vista, en Acusada casi todos parecen usar la simulación como arma. La propia Dolores, sus padres, quizás algunos testigos, y hasta un periodista que actúa con impostación interpretado por Gael García Bernal.
Desde esta perspectiva, la calidad de las interpretaciones es clave para volver a esos personajes creíbles en su ambigüedad. Así es como si el periodista de García Bernal es algo innecesario y caricaturesco, la actuación de Sbaraglia (padre de Dolores) es muchas veces brillante, y el actor transmite con efectividad tanto la intensidad de su dolor cuando este explota, como su necesidad de reprimir sus sentimientos y mantenerse contenido. Inés Estevez (en el papel de la madre de la protagonista, tan dispuesta como su marido a proteger a su hija de una posible condena y del brutal escrutinio ajeno) en varios momentos puede demostrar con una sola mirada la oscuridad y la hipocresía que puede esconder su personaje. Quien más destaca de todos ellos es Daniel Fanego, abogado de Dolores, y un actor que parece haber demostrado este año con esta interpretación y la del criminal en El Angel, que puede ser el actor ideal para encarar personajes duros, carente de rasgos de humanidad reconocibles.
Nos queda, por supuesto, Lali. Su actuación no es quizás perfecta, pudiendo ser más convincente en las escenas en las que parece ser una joven fría y hasta posiblemente con características sociópatas que en aquellas donde quiere mostrar una posición más victimizada. Así y todo, Acusada habla y muy bien de su inteligencia para manejar una carrera que parece querer abrirse hacia lugares muy distintos. A diferencia de otras chicas salidas de la factoría de Cris Morena, Espósito ha sabido diversificar su imagen, y hoy es tanto una cantante pop famosa e identificada con lo festivo como la protagonista de un film oscuro y narrativamente moderno. Con una carrera así y a una edad como la suya, es imposible determinar su futuro. Lo que es seguro es que hoy por hoy ha demostrado un manejo de su carrera inteligente y ambicioso. No es poco.