Brad Pitt viaja a los confines de la Galaxia en una experiencia fílmica para disfrutar
Este thriller espacial con escenas de gran espectacularidad visual, aborda la búsqueda de un hombre que intenta descubrir qué ocurrió con su padre
Brad Pitt es Roy, un cosmonauta convocado por la NASA para liderar una misión que permita determinar qué sucedió con su progenitor, un veterano astronauta desaparecido dos décadas atrás en el lejano planeta Neptuno. Pero a Roy, ese viaje no solo le revelará el destino de aquella misión, sino además sus verdaderas intenciones, y sus terribles consecuencias.
James Gray, un cineasta/autor con estilo personal y propio, dirige Ad Astra: hacia las estrellas, un filme que se despega de la clásica aventura en la Vía Láctea para lograr un metraje climático, laberíntico y con varias capas argumentales. La inmensidad de la Galaxia, aquí magistralmente retratada, funciona como una metáfora del vacío que siente el protagonista por la ausencia de su padre.
Pese a la grandilocuencia de la producción, el tono general no deja de ser intimista, por momentos asfixiante, por otros sombrío. Para que esta sensación funcione y se haga piel en el espectador es fundamental la labor de composición de Pitt, muy compenetrado e igual de sólido en las secuencias de soledad espacial como en las de acción (algunas de ellas, homenajes a clásicos del género)
En el elenco, dos leyendas de la pantalla grande se lucen con escenas épicas: Donald Sutherland y Tommy Lee Jones, como el padre perdido. Ambos acompañan a Pitt en escenas magníficamente escritas, cargadas de audacia y sensibilidad.
No es una película sencilla de ver: el argumento avanza a tranco lento, no todo se explicita, y por tramos resulta confusa, pero la majestuosidad de las secuencias invita a seguir pegado a la pantalla. Los fragmentos sin gravedad, las caminatas espaciales, los anillos azules de Neptuno, conforman un popurrí destinado a quedar en la historia del cine espacial.
Brad Pitt, en una escena “Ad Astra”
Brad Pitt, en una escena “Ad Astra”
A medio camino entre Solaris y 2001: Odisea del espacio, es esta una de esas experiencias fílmicas que merecen ser disfrutadas en la oscuridad de la sala y con una pantalla panorámica. Un viaje hacia las estrellas que dejará a los espectadores alucinados y alunizados.