Ad Astra, de James Gray, su reciente incursión en el cine fantástico, logra sorprender por la calidad de sus imágenes, en una película que iba a ser estrenada en la primera mitad de 2019. Aparentemente la adquisición de Fox por parte de Disney decidió a esta retrasar su presentación, además de incorporarle nuevos efectos especiales. De hecho, la larga escena inicial en que el astronauta Roy McBride (Brad Pitt) se encuentra escalando una gigantesca antena con otros colegas hasta que sobreviene un desastre resulta extremamente impactante. También la ocurrencia de fenómenos climáticos muy graves, que quizás provengan de otros planetas de nuestro universo (los llaman “The Surge”), sea un motivo del viaje que deberá emprender Roy.
Gray se definió en gran parte por la realización del film al encontrar una cita de Arthur C. Clarke. El fallecido escritor de 2001 y de una obra más temprana y afín como El fin de la infancia afirmaba: “Existen dos posibilidades: o estamos solos en el universo o no lo estamos. Ambas son igualmente terroríficas”. El director de Little Odessa agregó el siguiente comentario : “Pensé que nunca había visto un film donde un hombre está solo en el espacio y me decidí”.
La trama justamente se refiere a la búsqueda que Pitt decide emprender de su padre (Tommy Lee Jones), de idéntica profesión, quien quizás aún viva pese a haber transcurrido casi veinte años desde el momento en que se dirigía hacia el planeta Neptuno en busca de vida inteligente. Todo transcurre en un futuro algo lejano y no siempre tan verosímil, con viajes (comerciales) a la luna y desde allí a Marte y Saturno, entre otros planetas.
En ese viaje, al principio, es acompañado entre otros por un veterano astronauta, quien de alguna manera lo está vigilando. Dicho rol secundario lo interpreta Donald Sutherland, aunque poco agrega esto a su larga y consagrada carrera.
Llegado a la luna deberán hacer un trasbordo a otra nave con destino a Marte. Pero en ese desplazamiento surgirán dificultades incluyendo una persecución por verdaderos “piratas del asfalto” (“robbers”), que más que a una película de ciencia ficción remiten a un relato del tipo Indiana Jones.
La historia se pone más interesante una vez abordado el vuelo a Marte, con la aparición de criaturas simiescas y feroces y combates violentos. Lo que sigue ya lo encuentra a Pitt solo, en la búsqueda desesperada de su progenitor. Puede quizás reprochársele al realizador un excesivo protagonismo del actor, quien casi permanentemente está frente a la cámara.
El film, de todos modos, no resulta pretencioso. Gray admite que uno de sus objetivos era reflejar la relación entre un padre y su hijo, lo que sin duda logra. Algo que el realizador esperaba es que los espectadores “entiendan que si por un lado se debe valorar la exploración de otros mundos, también es preciso apreciar a nuestra Tierra y a la preservación de la condición humana a toda costa”. Misión cumplida.