Como perros y gatos
Siete meses después de haber ganado el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, se estrena en 15 salas argentinas (8 de ellas dotadas con tecnología 3D y las 7 restantes en formato 2D) esta nueva película del mítico director de Sin aliento, Pierrot el loco, El desprecio y Vivir su vida. Nada mal si se tiene en cuenta que, por ejemplo, en un mercado imponente como el del Reino Unido se lanzó directamente en DVD, sin un paso previo por los cines.
En la línea que viene trabajando en las últimas décadas, el 39º largometraje de JLG resulta más un ensayo intelectual con una estructura fragmentaria (por momentos lo acerca al videoclip y al videoarte) que cine narrativo convencional.
Hay, es cierto, algunas escenas de ficción (con sus actores mayormente desnudos), pero el eje vuelven a ser las citas literarias (de Aleksandr Solzhenitsyn a Jack London, pasando por William Faulkner, Fiódor Dostoyevski o el Frankenstein de Mary Shelley), otras múltiples referencias culturales (Nicolas de Staël, Claude Monet, Marcel Duchamp, Jean-Paul Sartre), extractos musicales (Beethoven, Tchaikovsky), imágenes de películas (Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Las nieves del Kilimanjaro) y sus reflexiones sobre el nazismo, la violencia que se imparte desde el Estado, Dios, la tecnología (habla de Google y aparece un iPhone mientras apela al filósofo contestatario Jacques Ellui) o los derechos de los animales.
De hecho, más allá de que muestra en pantalla a una mujer casada y un hombre soltero que se aman y se maltratan (y varias veces mantienen sesudas discusiones con alguno de ellos sentado en el inodoro y con sonoras flatulencias de fondo que harían las delicias de los hermanos Farrelly), el verdadero protagonista de Adiós al lenguaje es un perro, que aparece en numerosas imágenes.
Con respecto al patchwork visual, cabe destacar que el resultado formal es bastante más atractivo que en la anterior Film Socialisme y, si bien el uso del 3D es bastante artesanal y caprichoso, hay momentos en los que logra integrar o, por el contrario, escindir para la visión de cada ojo diversas imágenes con un resultado de corte experimental muy interesante (aunque también puede generar algún que otro mareo).
Así, entre las nuevas tecnologías y la reivindicación de lo clásico, entre la alta cultura y lo escatológico, transcurren los tragicómicos 70 minutos de Adiós al lenguaje, una película que seguramente fascinará a sus acólitos e irritará a sus detractores, pero que no dejará indiferente a nadie. El viejo y maldito JLG lo hizo de nuevo…