A sus 94 años Jean-Luc Godard dice acá estoy con Adiós al Lenguaje (2014), un filme que se propone como un ensayo sobre la relación que tenemos con las imágenes, y obviamente, la lengua, en un momento que nadie está reflexionando sobre esto.. Absorbiendo las nuevas tecnologías, algo que hace aún más rica la propuesta, Godard provoca presentando una sucesión de imágenes y sonidos inconexos para impactar en el corpus como sintagmas específicos, que al finalizar la proyección se resignifican y generan una idea de totalidad.
Superficialmente una pareja debate sobre puntos trascendentales, o no, de la existencia. Se aman, se odian, se repelen, se repugnan. Van y vienen como las ideas que se suceden en la pantalla. Nada aparentemente tiene sentido. El sonido va y viene. Y el 3D como herramienta propone otra visión sobre la experiencia que atravesamos. No es estéticamente bella, pero si enriquecedora.
Esa misma pareja busca sentido a cosas que quizás ya saben cómo son, pero en el debate Godard también se para en su costado más político y asume sus propias posturas sobre las temáticas y puntos de discusión. Esa es la primera parte, llamada Naturaleza Muerta, para luego profundizar aún más sobre el lenguaje, algo que se trabajaba vagamente con Jacques Ellul al principio, y la relación con los libros y los celulares, en una segunda etapa de la película con la figura de Mary Shelley como objeto actante, se ubica en la época y reproduce, según él, a la escritora en acción. La pluma raspa las hojas, antes y ahora, y las palabras arman sentido dentro del contexto que Godard quiere.
La manipulación de las imágenes y el sonido posibilitan además un juego constante. Claramente el espectador de Adiós al Lenguaje no será pasivo, todo lo contrario, deberá asumir su posición creadora dentro del dispositivo y dejar de lado su incapacidad para debatir, porque en el mismo momento de la expectación ya hay algo que inspira o dispara ideas. Nadie que vea este filme podrá permanecer aislado y al margen de las sugerencias que el director quiere hacer y manifestar, y justamente esto es lo más rico de un filme de estas características.
Ah, un perro es el cuarto protagonista del filme, con planos sucios y lejanos, el perro es reflejado con la clara intención de demostrar la permanencia de la integridad del lenguaje en alguien tan alejado a él.
Adiós al Lenguaje es un gran collage que durante 70 minutos mantiene en vilo a quien se preste al juego del gran Jean-Luc Godard, alguien capaz de utilizar el 3D y el 2D para terminar, en una escena, por resignificar estas dimensiones y crear una completamente nueva (¿el 2.5 D, quizás?), trabajando además con trazos gráficos y el sonido para resignificar la experiencia cinematográfica en una nueva propuesta, que no gana por belleza sino por audacia.