Estrenada en la sección Forum del Festival de Berlín y ganadora de la competencia Vanguardia y Género del último Bafici, esta ópera prima del director colombiano -formado y radicado en la Argentina- Vladimir Durán propone una mirada tragicómica a las desventuras de una familia disfuncional.
Los elementos visuales y narrativos que hacen de Adiós entusiasmo una experiencia poco convencional son múltiples: desde una pantalla inusualmente ancha con encuadres en los que ningún rostro en primer plano aparece completo hasta un personaje central al que se escucha, pero nunca se lo ve.
La trama del film (concentrada en una bella y decadente casona del barrio de Montserrat durante el lapso de diez horas) gira en torno de Margarita (la voz de Rosario Bléfari), madre de cuatro hermanos que vive encerrada en una habitación. Sus hijos Alex (Camilo Castiglione), Antonia (Mariel Fernández), Alicia (Laila Maltz) y Alejandra (Martina Juncadella) se comunican con ella a través de "la ventanita" que da al baño.
Por la casa aparecerán también pretendientes (uno de ellos interpretado por el propio Durán), familiares y amigos, habrá un festejo anticipado de cumpleaños y hasta una suerte de sesión de psicodrama. Lúdica y angustiante a la vez, en Adiós entusiasmo hay lugar para el canto y las rencillas, para la ingenuidad y el patetismo. Heredero del cine de John Cassavetes y Wes Anderson y, en el ámbito local, de Leopoldo Torre Nilsson y Lucrecia Martel, Durán construye un film excéntrico y experimental y, al mismo tiempo, íntimo y reconocible. Una auténtica (y bienvenida) rareza.