Adiós entusiasmo

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

Encerrados

Coproducción colombiano-argentina, Adiós entusiasmo (2017) expone la convivencia de una familia envuelta en un clima opresivo y enrarecido.

Margarita pega gritos. Otra no le queda; vive encerrada en un cuarto y solamente gritando podrán escucharla sus cuatro hijos. El más pequeño es Álex (Camilo Castiglione), el único varón, un niño que tiene un rico mundo interior. Tal vez como la respuesta más orgánica a eso que lo rodea. Y lo que lo rodea está alejado de lo “convencional”, pues nadie parece percibir extraño aquello que en verdad lo es. Sus tres hermanas viven en la misma casa y no muestran preocupaciones ni por el trabajo ni por alterar ese orden que, al mismo tiempo, es desorden.

Presentada en la Sección Vanguardia y Género del [19] BAFICI, la película del realizador colombiano Vladimir Durán está hecha retazos, momentos que funcionan como una muestra representativa de ese ámbito familiar. Las hermanas (casting perfecto; Laila Maltz, Mariel Fernández y Martina Juncadella) no parecen estar muy atravesadas por el afuera. Ese universo exterior está apuntado en la película por la presencia de dos hombres que pasan casi desapercibidos. Ellos tampoco tendrán una mirada sorprendida sobre la realidad de la madre, como si la casa irradiara una fuerza normalizadora que atraviesa al que entra en ella. Pero Adiós entusiasmo no se repliega sobre su aura de misterio; la presenta y se concentra en el discurrir del tiempo, en el efímero entusiasmo (tal vez por eso, el “adiós”) de los actos que se ensayan para el cumpleaños de Margarita, un evento que terminará de forma no muy feliz.

El realizador construye una puesta detenida en el universo sonoro, con una especial capacidad para construir un encuadre que segmenta los personajes y, al mismo tiempo, los inscribe en una secuencia de acciones. Hay en Adiós entusiasmo un interesante arco dramático que no depende tanto de esas acciones sino de los espacios vinculares, en donde también participa la tía (interpretada por la gran Verónica Llinás). Más allá del dolor, en la película también hay felicidad, y –como no podía ser de otro modo- surge de la reunión de los personajes femeninos. Acaso, el universo más indescifrable.