En el Teatro San Martín, un director colombiano egresado de la escuela de cine argentina, abre con esta película la temporada de la sala Lugones, recientemente renovada. Un film curioso y original, incluso en el formato, apaisado y estrecho, que deja fuera de cuadro, en los primeros planos, buena parte de la cara y la expresión de sus actores. Parece algo caprichoso, pero sólo al principio. Adiós entusiasmo tiene la capacidad para llevar al espectador al universo de esos personajes, que van llegando al relato, entre juegos de hermanos, coqueteos sexuales y una relación con una madre que siempre está pero nunca se ve. En esa especie de mosaico brillan algunos personajes y algunas escenas, de un absurdo y una comicidad con raíces en lo cotidiano. Y así, junto a su muy buen elenco, naturaliza una excentricidad que podría ser algo vacua.