Voces detrás de la puerta
Una charla de hermanos donde solamente prevalece el sonido de las palabras se apodera de la atmósfera de Adiós entusiasmo, ópera prima de Vladimir Durán (ver entrevista) que atraviesa con enorme sutileza el mundo invisible de los vínculos familiares. En un departamento donde cohabitan una madre y cuatro hijos, el único varón (Camilo Castiglione) es el menor de los hermanos y además el único que cumple un doble rol: observador y protagonista.
La propuesta desde el punto de vista cinematográfico se vale del espacio para la presencia ausencia de esa madre en un fuera de campo constante. Sus gritos, caprichos y órdenes a las hijas (Laila Maltz, Martina Juncadella, Mariel Fernández) dominan la escena. Pero así como lo vínculos atraviesan el campo invisible de las relaciones, las dependencias afectivas entretejen una red de complicidades, que se magnifican en ese encierro auto impuesto por la matriarca del clan. Ninguno se atreve a hablar de eso, ¿enfermedad o locura?, esa es la cuestión a dilucidar pero sin dejar de lado que como dice el dicho al final lo que importa es la familia.
Aunque la idea del encierro resulte anómala en la dinámica de la familia de Marga parece algo absolutamente normal. Para las hijas no hay impedimento alguno en tomar contacto con el exterior, salir a la calle e incluso llevar extraños a la casa. No es azaroso que aparezcan hombres en una casa dominada por mujeres, y tampoco que sea otra mujer, en este caso la hermana de Marga (Verónica Llinás) quien derrumbe ese castillo de apariencias en medio del festejo caprichoso de un cumpleaños adelantado. No respetar las fechas de los natalicios parece ser la rebeldía de Marga y otra de sus maneras de volver a ganar la atención como el enfermo del que no se habla.
Adiós entusiasmo genera preguntas sobre las emociones oscuras o luminosas y cómo las relaciones terminan afectando a las personas, no juzga el encierro pero tampoco lo idealiza para dejar en la sensibilidad de ese niño creador los vacíos que no se llenan ni siquiera con una felicidad efímera.