La muerte nos llega a todos, más tarde o más temprano, como le ocurrió al personaje con el que se titula esta película. Porque Pep murió una noche, mientras dormía, sorpresivamente, y deja viuda a Marla (Claudia Cantero), que no sólo compartían sus vidas sino que también, tenían una exitosa milonga.
Para el funeral la acompañan sus dos mejores amigas, Pilar (Marian Bermejo), una española que llegó justo de visita, e Isabel (Florencia Raggi). Las tres se hicieron amigas en Barcelona donde vivieron y trabajaron un tiempo, pero por diversos motivos dos de ellas decidieron volver a la Argentina.
El desgraciado hecho vuelve a reunir a las tres durante una noche, la noche del velorio que se hace en la casa de Marla.
La directora Karina Zarfino, excepto algunas escenas, decidió filmar la mayor parte del relato en el interior de la propiedad de los tangueros, un lugar antiguo y amplio donde entran y salen algunas personas allegadas al difunto.
Quien se relaciona con todo el elenco es Isabel, que intenta llevar calma y tranquilidad a todos. Ella tiene una sensibilidad especial en captar los sentimientos más profundos de las personas cercanas. Con ese don trata de armonizar las almas de los demás.
Durante la velada afloran los recuerdos de las chicas, las deudas pendientes, los sueños incumplidos, los arrepentimientos o frustraciones, etc. La realizadora logra en cada interacción entre ellas, o con otros allegados, diálogos concretos, fluidos, ágiles, propiciando buenos climas intimistas, ajenos a la sensiblería cursi y, de esa manera, las mujeres pueden desarrollar con libertad sus personajes, especialmente el de Isabel que exhibe una amplia gama de cambios de carácter que son convincentes en cada escena.
En el transcurso de la noche los conflictos personales afloran y, tal vez, uno de los inconvenientes que trae aparejado, es que no se resuelve ninguno dejando al espectador con un sabor amargo en la boca.
Karina Zarfino, pese a los acotados recursos económicos, que le hubiesen permitido darle más vuelo a su obra y que no todo el tiempo sea cercano a un estilo más teatral que cinematográfico, no le hace mella en poder contar una historia pequeña, que sabe cómo narrarla y llevarla al destino que ella ideó para su ópera prima. Un film con una equilibrada emotividad, pero alejada del melodrama lacrimógeno.