La joya del temor.
En Francia en 1941, durante la ocupación alemana, las familias judías que ya tenían noción del trato de los nazis para con los judíos. Los campos de concentración, los de exterminio y lo que más tarde se llamaría la Solución Final, llevada a cabo por Adolf Eichmann. Previsto de estos augurios y con la incipiente llegada de los nazis a un pequeño pueblo francés, Joseph Haffmann decide escapar a la amenaza certera y envía a su familia a la famosa “zona segura”, donde estaban a salvo de la persecución antisemita.
El plan era sencillo, primero enviar a su familia, mediante un contrabandista y luego sumarse él, tras arreglar los papeles de su joyería para que pareciera que se la había vendido a su empleado François Mercier, que vive humildemente junto con su esposa, Blanche, y tiene aspiraciones de abrir su propia joyería. Luego de oír la propuesta de su jefe, que consistía en hacer el papeleo de venta de su local, para luego, terminada la guerra, volver y devolvérsela, a cambio de darle el dinero para que él cumpla su sueño, Mercier acepta prácticamente cambiar de vida con Haffmann y se muda a su casa, donde se encuentra la joyería.
El dilema del señor Haffmann se da una vez que, consumado el pacto, trata de huir para reunirse con su familia, pero la ocupación alemana ya es una realidad y los salvoconductos ya no son seguros, por lo que se apersona en su vieja casa, donde ya estaban instalados tanto Mercier como Blanche. La situación se torna incómoda, Haffmann tiene la esperanza de poder huir nuevamente, mientras es un huésped en su propio hogar.
La situación se dilata, la ocupación nazi es absoluta y los salvoconductos se cortan. Los nazis, incluso entran en la joyería en búsqueda de Haffmann, pero él ya no está, en su reemplazo se encuentra el nuevo dueño, Mercier, con quienes congracian e incluso se vuelven clientes, sobre todo un oficial de nombre Jürgen, fanático de las joyas finas. Decididamente es una situación muy compleja para todos.
El clímax de la película llega cuando ya Haffmann vive en su propio sótano, depende absolutamente de los favores y la protección de Mercier, quien para colmo entabló una relación casi de amistad con los nazis, ahora asiduos clientes. Incluso en cierto momento se remonta a la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, teniendo que trabajar Haffmann para producir las joyas que Mercier les venderá a los nazis. Blanche, por su lado, asustada por la situación y preocupada por el ex jefe de su marido, con quien entabló una amistad dadas diversas circunstancias, pareciera ser la única capaz de frenar la ambición de su propio esposo. Sin embargo, todo se va volviendo más dificultoso con el correr del tiempo.
El dilema de Mr. Haffmann es una película realmente incómoda, con actuaciones más que destacables que pueden mostrar el miedo y la templanza en el caso de Daniel Auteil (Haffmann), la bondad y humanidad en Sarah Giraudeau (Blanche) y la ambición desmedida de un hombre que pasó de no tener nada a querer tener absolutamente todo, sin importar la forma de obtenerlo, como en el caso de Gilles Lellouche (Mercier).
Muestra crudamente el terror hacia los nazis, la persecución a los judíos, el oportunismo en este caso de un francés que se vio beneficiado por comerciar con ellos y logran plasmar esto en una interesante realización, que toca esta temática desde un punto de contacto poco usual para el género. Por momentos es drama, por momentos es suspenso y por momentos es rabia, algo que está muy bien explotado por la dirección.