Enseñanzas de la vida. El viejo refrán de uno cosecha lo que siembra no siempre tiene correlación con la vida misma. Cada persona es uno y sus circunstancias, las que forjan el carácter, la personalidad, las huellas y heridas que va dejando el recorrido transitado. En La reina desnuda se muestra cabalmente cómo repercuten las decisiones tomadas no sólo en quien las toma, sino también en su entorno. La realización de José Celestino Campusano, director y guionista de la película, es difícil de apreciar en primera instancia, hay que esperar a pasar el primer cuarto de hora para comenzar a vislumbrar el entramado del libreto y hacía dónde busca dirigirse el mensaje. Las claves en torno al mismo se pueden leer desde la marginalidad y los excesos, a primera vista. Sin embargo, a lo largo del film va mostrando aristas más profundas que son las que vale la pena tener en cuenta. Rodada en Gálvez, provincia de Santa Fe, Argentina, y con actrices y actores locales, la historia muestra situaciones que ocurren en los pueblos pequeños, como todos se conocen entre sí, conocen su pasado y su presente, las historias de vida y los viejos rumores de pasillo que desfilan entre las lenguas de los pobladores. Si bien en principio parece criticable como desde el primer momento se cae en el cliché de asociar a la gente de pueblo de bajos recursos con los excesos en consumos de drogas y alcohol, esto no escapa de la realidad y ayuda a visibilizarlo, como también el machismo en las sociedades más rurales y como la mujer es vulnerada y vulnerable tanto al hombre como a mujeres. Durante su casi hora y media de duración, la historia de Victoria cuenta como una mujer ya adulta, lidia con su pasado y su presente que se ven encadenados sin ofrecer salida alguna. Si bien se muestra como una persona fría, distante y hasta hiriente, sin embargo los temores que atormentan a Victoria van a ser la clave para la superación personal. Desde las actuaciones resulta evidente que Natalia Page, como Victoria, despliega una muy buena labor, sobre todo en algunos pasajes del guion que la ayudan a lucirse. Si bien el resto de los personajes son ampliamente de reparto, ayudan a hacer más fuerte el rol de la protagonista, que al fin y al cabo es la meta que parece transmitir la obra. Si bien desde lo narrativo, los flashbacks y las situaciones inconclusas complican un poco la comprensión sobre circunstancias de la vida de la protagonista, todo lo relativo al presente ayuda para crear la empatía necesaria tanto con ella como con otros personajes que van surgiendo a lo largo de la realización. La reina desnuda es una interesante película para poner en eje diversos tópicos que son tabú en ciertas regiones de la sociedad, y como a su vez son “vox populi”. Si bien no tiene grandes lujos ni tampoco es una súper producción, haciendo foco en el cine independiente y desde su austeridad, ayuda al espectador a sumergirse en los terrenos que uno piensa que conoce, pero narrados desde la perspectiva de la causa y la consecuencia y ese es el punto de partida para eliminar los prejuicios y pensar en una sociedad más inclusiva.
La joya del temor. En Francia en 1941, durante la ocupación alemana, las familias judías que ya tenían noción del trato de los nazis para con los judíos. Los campos de concentración, los de exterminio y lo que más tarde se llamaría la Solución Final, llevada a cabo por Adolf Eichmann. Previsto de estos augurios y con la incipiente llegada de los nazis a un pequeño pueblo francés, Joseph Haffmann decide escapar a la amenaza certera y envía a su familia a la famosa “zona segura”, donde estaban a salvo de la persecución antisemita. El plan era sencillo, primero enviar a su familia, mediante un contrabandista y luego sumarse él, tras arreglar los papeles de su joyería para que pareciera que se la había vendido a su empleado François Mercier, que vive humildemente junto con su esposa, Blanche, y tiene aspiraciones de abrir su propia joyería. Luego de oír la propuesta de su jefe, que consistía en hacer el papeleo de venta de su local, para luego, terminada la guerra, volver y devolvérsela, a cambio de darle el dinero para que él cumpla su sueño, Mercier acepta prácticamente cambiar de vida con Haffmann y se muda a su casa, donde se encuentra la joyería. El dilema del señor Haffmann se da una vez que, consumado el pacto, trata de huir para reunirse con su familia, pero la ocupación alemana ya es una realidad y los salvoconductos ya no son seguros, por lo que se apersona en su vieja casa, donde ya estaban instalados tanto Mercier como Blanche. La situación se torna incómoda, Haffmann tiene la esperanza de poder huir nuevamente, mientras es un huésped en su propio hogar. La situación se dilata, la ocupación nazi es absoluta y los salvoconductos se cortan. Los nazis, incluso entran en la joyería en búsqueda de Haffmann, pero él ya no está, en su reemplazo se encuentra el nuevo dueño, Mercier, con quienes congracian e incluso se vuelven clientes, sobre todo un oficial de nombre Jürgen, fanático de las joyas finas. Decididamente es una situación muy compleja para todos. El clímax de la película llega cuando ya Haffmann vive en su propio sótano, depende absolutamente de los favores y la protección de Mercier, quien para colmo entabló una relación casi de amistad con los nazis, ahora asiduos clientes. Incluso en cierto momento se remonta a la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, teniendo que trabajar Haffmann para producir las joyas que Mercier les venderá a los nazis. Blanche, por su lado, asustada por la situación y preocupada por el ex jefe de su marido, con quien entabló una amistad dadas diversas circunstancias, pareciera ser la única capaz de frenar la ambición de su propio esposo. Sin embargo, todo se va volviendo más dificultoso con el correr del tiempo. El dilema de Mr. Haffmann es una película realmente incómoda, con actuaciones más que destacables que pueden mostrar el miedo y la templanza en el caso de Daniel Auteil (Haffmann), la bondad y humanidad en Sarah Giraudeau (Blanche) y la ambición desmedida de un hombre que pasó de no tener nada a querer tener absolutamente todo, sin importar la forma de obtenerlo, como en el caso de Gilles Lellouche (Mercier). Muestra crudamente el terror hacia los nazis, la persecución a los judíos, el oportunismo en este caso de un francés que se vio beneficiado por comerciar con ellos y logran plasmar esto en una interesante realización, que toca esta temática desde un punto de contacto poco usual para el género. Por momentos es drama, por momentos es suspenso y por momentos es rabia, algo que está muy bien explotado por la dirección.
Deconstruyendo a un superhéroe. Thor: Amor y trueno es la cuarta entrega de la saga del vikingo cósmico del MCU. A diferencia de sus predecesoras, en esta oportunidad el director Taika Waititi apostó por hacer una película dedicada casi plenamente a la comedia para narrar la nueva aventura de Thor (Chris Hemswhorth), que vuelve a la pantalla luego de los acontecimientos de Avengers: Endgame. Con una vida rutinaria, solitaria, sostenida en la batalla y la amistad con los Guardianes de la Galaxia, así como con su compañero Korg (Taika Waititi), Thor pasa sus días sin encontrar un horizonte, casi como un ente, que se dedica a ayudar a otros planetas de los ataques que sufren por enemigos eventuales. Pese a esto, prontamente se presentan dos puntos de inflexión para el héroe. Primero la aparición de un nuevo villano, Gorr, el carnicero de los Dioses (Christian Bale), quien representa una verdadera amenaza para el protagonista, así como a su vez la inclusión de Jane Foster (Natalie Portman) científica y ex novia de Thor, que, tras sentir el llamado del Mjolnir, tomará el rol de protectora de Nueva Asgard en la tierra ante la ausencia de su fundador y en ayuda de su rey, Valquiria (Tessa Thompson). Un acierto de Waititi es haberle dado el rol del dramatismo y la seriedad al personaje de Bale, presentado desde el comienzo como un hombre defraudado por su Dios, que dejó morir a su hija por inanición en medio del desierto. Tal motivo, sumado a su “fortuito” encuentro con el simbionte All-Black, en forma de espada, que le permite matar a los Dioses y utilizar y llevar la oscuridad adonde vaya, lo convierten en un villano más que interesante. La actuación de Bale compuesta de oscuridad y dolor, con el claro objetivo de venganza, se nota claramente en su gestualidad escena por escena, capaz de transmitir el miedo y el odio a los dioses haciendo que se luzca en su nuevo papel. Es atrayente también la selección de los colores para definir los momentos en la película, dado que Gorr vive en una oscuridad inmersa en su interior, hay escenas en blanco y negro que van a reflejar la intensidad de algunas situaciones y demostrar el dolor en diálogos señalados. Lo que a su vez dota al villano de un gran poder. La contraparte de esta oscuridad se da desde la aparición de Thor con quince minutos de comedia plena, donde tanto el protagonista como personajes de reparto, encarnados por actores y actrices muy conocidos, harán estallar de risa a cada persona en la sala. Los gags que se producen tanto con los guardianes de la galaxia como la diversión en Nueva Asgard van a ser los propulsores de las carcajadas. Hemsworth tiene algunos puntos altos en su actuación, más que nada teniendo en cuenta que no es fácil representar un personaje del cual se espera prácticamente que corte al medio todo lo que tenga a su paso. Sin embargo, por momentos se nota ese vacío sentimental al inicio de la película, como a su vez su contento y alivio al encontrarse con Jane y su padecimiento ante Gorr. Pero tal lo escrito previamente, el otro punto de inflexión es la llegada de Jane Foster, lo que le otorga a la película el sedimento de un romance que dejó recuerdos y heridas en la expareja. Natalie Portman realiza muy bien su papel, al principio de dureza y desinterés fingido, como sucede con dos ex que se encuentran después de mucho tiempo, y a su vez tomando la posta del martillo de Thor y pasando de ser una simple humana a convertirse en una heroína digna de la trama y demostrando una gran altura, llevando a cabo un guion que es duro para su personaje que requiere fortalezas y debilidades. Las idas y vueltas entre ella y Hemsworth, obviamente se tornarán central en la película, sumada a su complicidad con Valquiria, que traerá muchas escenas de comedia, junto con los flashbacks, tanto de la relación, como de Thor, ayudarán mucho a reforzar estos pasajes. La pregunta entonces es: ante tanto drama, tanta comedia e incluyendo el romance… ¿dónde está la acción en una película de superhéroes? Sinceramente son contadas las escenas de lucha y pelea en esta realización. Lo cual no hace que su calidad sea mala, pero comparando con otros films del mundo Marvel, da la impresión de que se queda corto. Siempre insistiendo en que por lo general es lo más buscado en este tipo de subgénero. Otro punto aparte de todo esto es la musicalización de la película, casi enteramente compuesta por canciones de Guns N’ Roses, que se puede tomar como una buena conjunción de la simbología del amor y el trueno. Sobre todo, teniendo en cuenta las power ballads que determinan al Hard Rock, que esta banda representa, con canciones de gran intensidad instrumental y letras nostálgicas. Sin dudas es un muy buen complemento, sobre todo para acompañar escenas puntuales. Por todo esto podemos señalar a Thor: Amor y trueno, como una entretenida comedia romántica con una complejidad emocional muy bien lograda en su guion en general, donde la acción es un componente que se desarrolla por momentos, como medio para llegar a un fin. En conclusión, particularmente en este film, el foco no está puesto en lo trepidante sino en el desarrollo de otros aspectos de los personajes.
Bajo su piel. Un thriller, un drama, un misterio. Dos mujeres que encierran un guión complejo, que despierta la curiosidad del espectador y muestra la toxicidad que pueden generar algunas personas o relaciones. Clara (Sofía Gala Castiglione) es una maquilladora que padece la internación de su novia, Blanca (Blanca Nieves Villalba) en estado vegetativo. A partir de la presentación de las protagonistas, el guion nos va a introducir en la concepción de la relación, los trabajos de cada una de ellas y ciertos giros temporales, entre pasado y presente, que van a transformar lo que parece un drama, en un thriller de suspenso. Para destacar por sobre todo es la actuación de Sofia Gala y la mutación del carácter de su personaje, que al encontrarse con distintas encrucijadas que no cierran en la vida de su pareja, comienza a tornar su intriga en inseguridad y celos hasta rozar la locura. Otro de los ítems que hacen interesante a la película son las distintas aristas que se van abriendo en la vida de Blanca, a partir de la investigación de Clara, para tratar de comprender mejor la situación que la llevó a su estado actual. En el debe, la realización deja algunas cuestiones inconclusas, introduce al espectador en misterios que quedan sin resolver y a su vez esas escenas suceden sin repercusión alguna en el resto del film. Por ende, no se terminan de entender cuestiones que parecen clave para la trama, pero que su resolución no las define. No parece ser intencional dejar esos giros argumentales abiertos. Cadáver exquisito muestra una premisa sugestiva, con cambios de género muy paulatinos, lo cual enriquece a la película y permite apreciar cada secuencia de la misma. Es una realización, que salvando lo dicho sobre la falta de cierre en algunos giros argumentales, se torna más que atrayente y prometedora. Logra compenetrar al espectador y muestra a Sofía Gala haciendo una muy buena interpretación de su personaje.
En búsqueda de la libertad. Daniel Moreira (Antonio Saboia) es un policía de licencia por uso de violencia extrema en el entrenamiento a un cadete, que lidia con un sentimiento de agobio y frustración, el cual sólo se alivia cuando conversa con Sara, a quien conoció de manera virtual y debido a la lejana distancia que los separa, jamás se han visto personalmente. Además de esto, Daniel lucha con la impotencia de ver a su padre, un oficial de alto rango ya retirado, luchando contra el Alzheimer y las consecuencias de notarlo desgastado día a día y tener que ocuparse de él. Sin dudas, su padre es su modelo a seguir, él tiene una idolatría hacia esa figura paterna, pero lo sofoca el deterioro en que su padre se encuentra. La historia se divide en dos tramos: la presentación de los personajes, principalmente Daniel, su padre, su hermana y la misteriosa Sara. La segunda parte de la historia se da cuando, abruptamente, el protagonista decide emprender un viaje, sin avisar a nadie para encontrar a su enamorada. Pero más bien es una huida de sus propios problemas, tanto con su trabajo, como su vida cotidiana que ya se han convertido en un gran pesar. Luego de un largo viaje de más de tres mil kilómetros, ese mundo idílico que esperaba Daniel no va a ser tal, y esa magia que tenían con Sara tampoco se reflejará como ambos esperaban. Será más bien un viaje hacía la introspección y la búsqueda de dejar salir a flote los sentimientos, dejar de lado prejuicios entre ellos y ver que pesa más para cada quien. Desierto particular, es una producción brasileña dirigida y guionada por Aly Muritiba, que plantea mucho más que un contexto de enamoramiento en un país tan homofóbico como Brasil. El verdadero punto de quiebre es la identidad, tanto de Daniel como de Sara, quienes viven dos vidas completamente insatisfactorias y su máximo deseo es abandonar el lugar que habitan. Necesitan dejarse ser, dejar florecer a la persona que tienen dentro, Sara, principalmente, cuyo alias oculta a un chico gay de nombre Robson, que tiene que trasvestirse para enmascarar su homosexualidad de la comunidad en la que habita, ya que esta jamás lo aceptará tal como es. Y Daniel, porque más allá de haberse enamorado de un hombre, se enamoró de una ideal, pero ese ideal va más allá del género de la persona, sino de la profunda necesidad de romper con la estructura del legado familiar, de cargar, aunque sea por unos días, de tener que cuidar al padre y correrse de sus frustraciones. Sin dudas es una buena película para plantearse qué es lo que a uno lo hace feliz en la vida, más allá de una persona, de un género o de una profesión. Ayuda a romper lo impuesto por las estructuras, la iglesia, el patriarcado y la educación familiar. Si bien la historia por momentos se vuelve chiclosa y un poco larga, la moraleja y el desenvolvimiento del tramo final valen las dos horas frente a la pantalla.
El poder del deseo. Ryūsuke Hamaguchi, el director recientemente premiado con un Oscar a Mejor película extranjera por Drive my car, acaba de estrenar en Argentina La rueda de la fortuna y la fantasía, opus previo pero con copyright en el mismo 2021. Mediante tres historias distintas, el japonés Hamaguchi sumerge al público en distintos tópicos: la coincidencia, el paso del tiempo, la melancolía, la lujuria y el deseo. Estas aristas estarán presentes en cada uno de los capítulos que divide la película La rueda de la fortuna y la fantasía e invitan a reflexionar al propio espectador sobre sus vivencias y las consecuencias de cada acción que ha marcado su vida. El rol femenino juega un papel fundamental en la película, ya que las historias tienen protagonistas a mujeres, que, con sus diversos matices y roles en los capítulos, van a mostrar sus formas de enfrentarse al pasado, al arrepentimiento, a sus propios impulsos y como esto indefectiblemente marca un antes y después en cada una de ellas. El guion es realmente profundo, se anima a exponer sentimientos complejos para exteriorizarlos y cada una de las actrices lo hace muy bien, desde los celos, hasta la inseguridad en sí mismas y la certeza de haber tomado el camino equivocado durante mucho tiempo. Sin embargo, si hay algo que todas tienen en común es el deseo, ya sea por reflotar una relación dañada, mantenerla a flote, o reencontrarse con un ser amado. Este fuerte sentimiento irrumpe de repente en la vida de cada una de ellas y es un impulso imposible de negar y el cual va a ser el gran disparador del film. El director cuenta que estos tres capítulos forman parte de un total de siete, cuyos disparadores son la coincidencia y la imaginación, un elemento clave que se podrá notar en cada historia puntual. La imaginación, lo inesperado y lo frustrado, forman una parte crucial dentro de la obra, lo que la hace más que interesante, desde el punto en que toca el inconsciente de cada espectador. Desde la dirección se nota la convicción con la cual se llevó a cabo la realización, ya que además de ser su director, Ryūsuke Hamaguchi es el guionista y creador de esta obra. Estéticamente está muy bien formada, mostrando distintos puntos de Japón, desde los suburbios hasta una moderna oficina, aunque quizás la mejor escena es una conversación en el interior del asiento trasero de un auto. La rueda de la fortuna y la fantasía sintetiza un drama más que interesante para explorar los sentimientos que post pandemia, como en algún momento de la película lo sugiere, se han dejado florecer y tienen la necesidad de salir a la luz. Requiere paciencia y atención, para poder sacar el máximo jugo de esta experiencia de dos horas, pero sin dudas vale la pena inmiscuirse en una trama compleja que cuando muestra una punta del hilo por donde puede virar la trama, realiza un giro inesperado y toma otro rumbo.
Cámara testigo Dentro del segmento documentales hay una infinidad de variables, la mayoría se basan en la vida de algún famoso, en algún suceso histórico o mismo sobre algún show inolvidable. Casi todas las realizaciones de este género buscan revelar datos de color sobre el tema en cuestión y mostrar desde adentro los motivos por los cuales ese suceso o personaje fueron trascendentes. Eva (2017), Se convierte en una cámara testigo del interior de la obra de Vicente Zito Lema: Eva Perón, resucitada en los tiempos del rencor. Ricardo Von Muhlenbrock, debutó fílmicamente con el documental Vida Tsimane (2012) una producción centrada en la vida de una comunidad indígena del Amazonas boliviano. El director prosiguió su carrera con otra realización del género llamada Estación Darío y Maxi (2016) basada en la historia de la muerte de Kosteki y Santillán, en la represión del Puente Pueyrredon en el año 2002. Basados en la filmografía de Von Muhlenbrock, no es una sorpresa que su siguiente obra se centrara en la figura icónica de Eva Duarte de Perón. Pero el motivo selecto es simplemente inspirador. En vez de dirigir una típica “biopic”, prefirió mostrar una obra de teatro que ha sido vista por más de diez mil personas, y que resulta más que movilizadora. El documental se sumerge en la intimidad de los ensayos, dentro del IMPA, un museo de una fábrica recuperada por trabajadores en la época de los 60’. La cámara se vuelve un participante más del libreto, de la poesía y la puesta en escena acompañada por músicos y coro, más los tonos tenues de la luz, se vuelven más que imponentes. Salvo por un mano a mano con Zito Lema, Von Muhlenbrock se centró en simplemente mostrar el montaje de la obra y los diferentes matices de interacción entre los actores y el director. La realización es muy poco minuciosa, poco participativa y toma un rol completamente pasivo. Dentro del film quedan muchas dudas al respecto, el debe de algunas entrevistas, que quizás hubieran sumado, el debe de ver escenas completas de la obra e incluso la sensación de vacío porque pareciera ser más un backstage de un DVD de la obra, que un documental sobre la misma.
Drama y locura El objetivo concluyente de una película del género Drama es generar empatía con el público. Que el espectador, en cierto punto, se sienta parte de la historia contada, que se identifique con alguno de los personajes y que ellos mismos no encanten para lograr una emoción: Alegría, tristeza, gracia o enojo, son las más comunes de las reacciones. Mater es una película producida por Prado Cine y un respetable teatro de la ciudad porteña como es Timbre 4, dirigida por Pablo D´Alo Abba y basada en la obra El viento en un violín, de Claudio Tolcachir. Cuenta con una particularidad muy peculiar: Sus actores. Patricio Aranguren, Marina Bellati, Araceli Dvoskin y Tamara Kiper, entre otros, son los mismos que participan en la obra original, estrenada en 2011, y que recorrió el mundo participando de festivales teatrales muy prestigiosos, estrenando por ejemplo en París, España, Chile y Colombia entre otros. El célebre elenco ya conocido por su participación en la prestigiosa obra teatral: La omisión de la familia Coleman, se adentra en la adaptación al cine de la obra estrenada 6 años atrás. Las diferencias entre el cine y el teatro son incontrastables. El séptimo arte cuenta con la posibilidad de hacer infinidad de escenas hasta el contento del director. Mientras que en el teatro cada función es única, juegan diferentes factores, internos y externos que se conjugan en el momento. La realización cuenta con una historia de vidas paralelas que se cruzan mediante un evento desafortunado. La desesperación es un rol fundamental en la obra, ya que está constantemente presente en cada momento del film. Sus protagonistas, con diferentes estilos de vida, diferentes carencias y objetivos de vida, comparten este sentimiento y en definitiva es el mismo que hará la conexión entre estos personajes. La dirección parecería estar basada fielmente en la obra de teatro, más que nada basándose en los tiempos de narración y la correlación del guion con los contextos y omisiones argumentales que dejan cabos sueltos a la hora de llegar al clímax de la película. Estas omisiones, en una obra de teatro con la expectativa en juego por parte del público, pueden generar la incertidumbre y utilizarla en su beneficio. En el cine queda desprolijo e incluso se saltea lo que podrían ser las escenas más interesantes del drama. En definitiva, Mater cumple con la premisa de generar empatía en el público. Pero deja una sensación más profunda; es una adaptación muy fiel de una exitosa obra de teatro, la cual peca en esa fidelidad y no aprovecha los tiempos del cine para argumentar en contexto y explotar los clímax, que por tiempos y producción son más difíciles de realizar en el teatro. Si bien el guion y los argumentos terminan por entenderse, quedan sensaciones de que podría haber sido mucho más contundente con un libreto con mayor construcción y escenas más propias del séptimo arte.
Una más y van incontables Todos aquellos que aman el género de Terror, seguramente han escuchado de la interminable saga de Amityville, todas centradas casi siempre bajo la misma premisa: Una casa embrujada cuyos huéspedes quedan a merced de las fuerzas que controlan el hogar. La mayoría de estas realizaciones son de muy bajo presupuesto, basándose en la premisa del cine de culto de terror clase B. El origen de Amityville cuenta con una incorporación más que conocida dentro de las historias paranormales, Jodelle Federland (Caso 39, La cabaña del terror y Terror en Silent Hill, entre otras). Esta joven protagonista encarna a Angela, quien será el eje central de la historia, donde su pasado y presente se ponen en juego ante un nuevo trabajo. Todo comenzó en octubre de 1997 cuando en una vieja casa de la calle Brair una familia desapareció por completo, tras dejar un baño de sangre y una niñera completamente en shock por lo sucedido. Desde entonces, se cree que la casa está poseída y nadie se atreve siquiera a acercarse al lugar. La trama comienza a desarrollarse cuando una viuda junto con su hijo de 9 años, Adrian, se mudan a la casa y necesitan alguien que cuide del niño. Por medio de la guardería donde trabaja, Angela toma conocimiento de la oferta laboral, la paga es muy buena, y el despido de su padre pone en jaque la economía familiar, por lo que pese a sus prejuicios respecto a la casa, acepta el empleo. La película recae en todos los clichés habidos y por haber en cuanto al terror se refiere. Sin embargo, con el pasar de los años y la reiteración de los mismos en cada filmación del género, se vuelve extenuante. Deja de tener sentido y hasta se vuelve completamente predecible. La cámara lenta con la música suspensiva que busca generar un climax, para que llegue el momento en que el protagonista sea tomado por sorpresa, ya no sorprende a nadie. Es hora de recurrir a nuevos recursos, no sólo giros argumentales para hacer que la obra resulte más complaciente. El guion tiene una cierta correlación con la temática de la realización. Pero el problema es de base. La historia ya se vio y se repite constantemente en más de veinte ediciones de la saga, sumado a todas aquellas que también toman una trama similar. Tiene algunos buenos entramados dentro del contexto de los personajes, pero realmente lo único sorprendente es el desarrollo final. Por parte de los protagonistas, quedan inmersos dentro del déficit del libreto y la dirección en sí, los planos y las expresiones parecen falsas y poco creíbles. Algunos de los actores de reparto dejan por momentos la sensación de sobreactuación de papeles muy pobres. El origen del terror en Amityville es una película más del género, una más de las excesivas ediciones de la saga y no termina de resultar atractiva en casi ningún aspecto. Sólo para destacar, algunos ejes de contextualización entre los personajes, pero no mucho más. Quizás sea hora de empezar a proyectar otras ideas dentro del cine de terror, ya que las innovadoras son escasas a comparación de la gran cantidad que se estrenan cada año.
Llamado al demonio Mitos urbanos existen en cada lugar, en lo ancho y largo del planeta. Muchos de ellos suelen ser sólo cuentos para asustar niños. Aunque algunos otros pueden llegar a quitarles la vida. Esto podrán descubrirlo en No toques dos veces. Cuenta la leyenda que si golpeas la puerta de Mary dos veces, ella vendrá por ti. El primer golpe la despierta de su descanso eterno, y el segundo invoca al demonio que te perseguirá hasta obtenerte. La historia de Mary nace con el típico juego de niños, el famoso ring raje en Argentina. Según los narradores, algunos años atrás, el pequeño Michael, un simple niño, golpeó dos veces la puerta de Mary, y por consecuencia el niño desapareció. Años más tarde, toda la cuadra fue derribada, excepto la casa que fomenta el mito, algunos suponen que la señora ha muerto, y pese a que los juegos quedan, todos evitan esa morada, ya que temen su despertar. La película se desarrolla en torno a la vida de Chloe (Lucy Boyton), cuyo pasado familiar es algo turbulento. Pese a una inexistente relación con su madre, ya que ésta la derivó a un orfanato, al ser ella tan solo una pequeña. Ahora, entrada su adolescencia, su progenitora vuelve para gestar un nuevo vínculo e intentar forjar de una vez por todas esa vida familiar. En un contexto de desarraigo emocional, con muchas dudas respecto a su presente y sus nuevas opciones de vida, Chloe se encuentra con su amigo Danny, que a modo de juego la convence de golpear junto con él, la tan famosa puerta maldita. Por supuesto en ese entonces la acción comenzará. Si bien el guion se centra en clichés más que abarcados en el género del Thriller o el Terror convencional, presenta algunos giros y vueltas de tuerca que aplacan un poco ese vacío emocional que significa ver cada semana la misma propuesta. El comienzo de la película es algo prometedor, pero simplemente el desarrollo se vuelve completamente simplista y no parecería buscar más que el típico susto con el monstruo ocasional y la música puesta en el momento exacto. Da pena que el guion podría haber sido aún más trasgresor de las banalidades del género. Y sobre todo que el argumento termina siendo un poco más interesante. Por parte de la dirección de James Caradog, se le puede remarcar el tono lúgubre que acompaña fielmente el estilo del film. Sin embargo hay muchas escenas que dejan la sensación de poder haber sido mejor construidas y que quizás con un mejor trabajo de producción, la realización podría haber ido más allá de otra típica película de terror. No toques dos veces es lisa y llanamente, como ya se ha dicho, otro film más del género. Sin embargo, aquellos que no vayan con altas expectativas, quizás disfruten de la misma.