EL HORROR DETRÁS DEL HORROR
El cine europeo, y especialmente el francés, es pródigo en historias ambientadas durante la Segunda Guerra Mundial, narradas con corrección y profesionalismo, máxima expresión de un cine industrial plagado de marcas reconocibles y confortables para un gran público. O al menos para el público preocupado en los grandes temas y en la representación más o menos verosímil de esos conflictos. Pensando a este tipo de películas desde ese lugar no deja de ser interesante lo que pasa con El dilema de Mr Haffmann, film de Fred Cavayé que si bien en un primer momento parece caer en una expresión un poco adocenada, progresivamente va ingresando en un territorio algo retorcido a partir de decisiones que toman sus personajes.
Tenemos a un joyero judío que prepara la retirada junto a su familia luego de que los nazis ocupen Francia. Sin embargo, solo pueden salir del país su mujer y sus hijos, y él queda preso, viviendo en el sótano de la joyería y vivienda que le vendió a su empleado, un tipo un poco taciturno, con voluntad de crecimiento y un problema que le impide tener hijos. Hasta ahí, El dilema de Mr Haffmann es una película más o menos previsible, con la mostración esperable del horror absurdo del nazismo y una solidez expositiva que va de los rubros técnicos y la ambientación de época hasta las actuaciones, muy especialmente la del siempre sobrio Daniel Auteuil. Pero algo cambia en el camino, los personajes (especialmente el empleado devenido en propietario y patrón) revelan algunas contradicciones y el apacible drama testimonial gira hacia el territorio del thriller psicológico, casi chabroleano, con un horror mucho menos directo del que representan los nazis que aparecen en pantalla, pero que no deja de ser una consecuencia de eso.
Otro detalle no menor de la película de Cavayé es que se trata de la adaptación de una obra de teatro, y lejos de quedar presa de un lenguaje tan específico, aprovecha cinematográficamente el casi único espacio para encerrar a sus criaturas y llevarlas al extremo, potenciando lo retorcido del conflicto. Es cierto que El dilema de Mr Haffmann se resuelve con un giro más propio de una humorada de Woody Allen (hay una historia en Los secretos de Harry que es casi igual) y que el mismo desemboca en una suerte de revancha moral, pero la película se las arregla lo suficiente como para sostener el interés en los dilemas éticos que plantea, usando la Guerra y la iconografía nazi como un contexto moral que opera desde el off como condicionante de algunas conductas. Y con todo eso, Cavayé hace una película mucho menos preocupada en las verdades universales, y más centrada en construir un thriller inteligente. Aunque a veces no sea más que un relato ingenioso.