La historia de “Adopción” es la siguiente: Ricardo, que vive una relación homosexual con su pareja, adopta a Juan, un chico nacido en 1976. Si bien el niño se integra al nuevo hogar, continúa padeciendo los miedos del pasado. Ricardo cree conveniente que su hijo conozca sus raíces e inicia la búsqueda de su identidad descubriendo que la verdadera historia es diferente a la escrita en el legajo de Juan. Ésta irá apareciendo como la punta del iceberg en un mar helado. Hasta acá la sinopsis que se registra en la gacetilla de prensa.
Lo cierto es que en “Adopción” no se puede creer en nada. En primer lugar, es un “documental” en el cual abusa el material en súper 8 y se termina dudando hasta que punto es verídico lo que se ve. En muchos momentos parecería que esas imágenes son actuadas y pertenecen a una ficción que reconstruye una historia imaginada. En segundo lugar, los testimonios vertidos a cámara por parte del padre adoptivo y de su hijo parecen parlamentos aprendidos al pie de la letra. Esto hace que las situaciones más que naturales parezcan forzadas.
En los 80 minutos de proyección nada queda claro. Uno termina preguntando si la historia es real o es una ficción. Eso nunca queda en claro, sobre todo si en la gacetilla remitida al periodismo se lee lo siguiente: "opté por actores con experiencia teatral, desconocidos en el ambiente", expresado por el realizador.
Sin palabras...