Nenas ladronas y nene ratero
Sofia Coppola parte esta vez de una historia real para seguir retratando chicas angelicales, frívolas, difíciles de comprender y siempre intrigantes. Está inspirada en un artículo de la revista Vanity fair, que hablaba sobre un grupo de adolescentes de clase media alta que entre 2008 y 2009 robaron objetos por 3 millones de dólares en casas de famosos, en Hollywood. La residencia de Paris Hilton fue la más visitada, aunque no fue la única. Los chicos terminaron presos y se hicieron famosos por robarles sin violencia a los que le sobran. Pero Sofia Coppola utiliza la historia para tratar de ir más allá: transforma ese suceso frívolo, tonto y descabellado en ejemplo de un mundo hecho de pura ostentación, que muestra la vana aspiración de estas chicas que llegan a los aposentos de las estrellas más codiciadas para poder embriagarse con fama ajena y sentirse más cerca de ese mundo que las atrae y al final las acaba corrompiendo. El film interesa más por lo que propone que por lo que logra. Deja ver la falta de horizontes de estas chicas que viven como si estuvieran en un reality, que desafían a sus padres, que juegan a probarse. Y también muestra los contornos de ese mundo de lujo donde sólo las grandes marcas otorgan identidad, valores y sentido de pertenencia. Lástima que una realización chillona y superficial no deje ver el otro lado de estos robos. A la Coppola una vez más le falta fuerza, animarse a superar los límites de un cine de buenas ideas, pero básico y a veces algo decorativo.