La era del vacío (en el imperio del consumismo)
Quién mejor que Sofia Coppola para una película sobre adolescentes fascinados por la vida de las celebrities, sobre la grandes marcas de la moda, sobre la cultura web, sobre los realities televisivos, sobre la vida nocturna y la música y Facebook y Twitter y Hollywood... Sobre todo eso (y más) se trata Adoro la fama, film premeditadamente superficial, pero no por eso menos inteligente, provocador e inquietante.
Basada en hechos reales que se conocieron a partir de un artículo publicado en 2010 en la revista Vanity Fair, esta nueva película de la directora de Las vírgenes suicidas y María Antonieta, la reina adolescente (ambas también estrenadas como esta en el Festival de Cannes) describe las experiencias de unos amigos de un colegio del Valle de San Fernando que entre 2008 y 2009 se dedicaron a invadir y robar varias mansiones de estrellas.
La hija de Francis Ford Coppola (coproductor del film) combina imágenes de los sitios de Internet especializados en la intimidad de ricos y famosos (Paris Hilton, Orlando Bloom, Kirsten Dunst, Megan Fox y Lindsay Lohan son algunos de los que aparecen o son mencionados en pantalla) con reconstrucciones de los saqueos que los protagonistas hacen dentro de las casas (llegaron a robar tres millones de dólares entre dinero, joyas, relojes, pinturas, ropa y autos). En este sentido, la película parece por momentos un gran comercial de artículos de lujo que haría las delicias de los consumistas. Pero, por suerte, es bastante más que eso...
Aún sin elaborar una trama convencional (como siempre apunta a describir momentos, climas, emociones y sensaciones), la realizadora de Perdidos en Tokio y Somewhere: En un rincón del corazón alcanza a construir -sin proponérselo- una suerte de retrato generacional y sobre la cultura popular que “dialoga” con la reciente Spring Breakers (ver columna de Marina Yuszczuk) o con la filmografía del Larry Clark de Kids.
La película arranca por el final (sabemos que los chicos serán detenidos por la policía y confesarán sus delitos) y va y viene en el tiempo. Conoceremos su dinámica en la escuela secundaria, algo de la familiar (por allí aparece la gran Leslie Mann), pero sobre todo nos sumergiremos en sus obsesiones y su metodología. Entre los jóvenes intérpretes de estos ladrones cholulos aparece nada menos que Emma Watson (sí, la Hermione de la saga de Harry Potter, que ya viene demostrando su categoría y ductilidad en varios films "serios").
Para algunos el film resultó -en la línea de cuestionamientos previos al estilo de la directora- demasiado frío y superficial. Hay algo de regodeo exhibicionista en la película, pero no comparto la desvalorización: estamos precisamente ante una mirada a lo efímero, epidérmico y banal de la sociedad contemporánea. Lejos de la pretensión del sesudo ensayo sociológico, del juicio severo y horrorizado o del psicologismo barato, Coppola Jr. regala una mirada fascinada y fascinante -con imágenes bellas y una gran banda sonora que incluye a Kanye West y Frank Ocean- sobre la era del vacío, la angustia, la descontención y el espíritu adolescente.