El cine de Sofia Coppola no es para todos. Los temas que exploran sus películas siempre giran en torno a la frivolidad y a la fama desde diversas ópticas y muchas veces se la ha acusado de pecar de insulsa o de poco profunda, más que nada con el caso que nos compete. Basada en hechos demasiado reales y muy recientes, el quinto largometraje de la joven directora se ocupa de reflejar una sociedad juvenil a la que poco y nada le importa el progreso, mientras sea una vía fácil al estrellato, a los papparazzis, las noches de cócteles en clubes de moda y un reality en el canal E!.
The Bling Ring es un film curioso. Apuntado directamente a una demografía joven específica desde la distribuidora latinoamericana bajo el nombre de Adoro la Fama, la temática puede resultarle muy atractiva a alguien de la misma edad de los protagonistas, pero difícilmente haya quien pueda elegir estar en sus zapatos. Sin juzgarlos pero sin justificarlos tampoco, Sofía expone una radiografía a la vida de estos chicos ricos con mucho tiempo disponible y muchas ansias de darle una probada a la fama a como de lugar. Lejos del estilo de una película de robos como Ocean's Eleven, la crónica puede parecer ligera e inverosímil, pero nunca nada más cercano a la verdad. El quinteto necesitó de una buena conexión a Internet y una mínima pizca de sentido común para vulnerar los hogares de estrellas de Hollywood como Paris Hilton, Orlando Bloom y Lindsay Lohan de la manera más estúpida posible, para luego regodearse en el éxito y la fama de segunda mano que obtuvieron tan gratuitamente. El estar usando ropa y joyería de sus ídolos les sirvió como adrenalina para seguir cometiendo hurtos y, cual droga, se dejaron llevar y acabaron en las primeras planas.
Detrás del collage musical y la sucesión de marcas de ropa y accesorios, las autofotografías y las noches en clubes nocturnos se esconden un grupo de chicos muy frágiles, criados en piloto automático: padres ausentes, madres new age y todo lo que el dinero les puede comprar, pero ellos necesitaban más y lo consiguieron. Tras un grupo de caras mayormente desconocidas y frescas se esconden grandes interpretaciones, ideales para encarnar a cada personaje. Katie Chang es la etérea belleza asiática que deslumbra la pantalla como la mente maestra detrás de los robos, mientras que el Mark de Israel Broussard es su opuesto masculino, un chico con problemas de sociabilidad y autoestima en busca de una identidad. La revelación viene de la mano de Emma Watson, haciendo un giro de 360 grados en su carrera con la vacua y hermosa Nikki, un epítome de estupidez y vanidad al que le es imposible despegar los ojos de encima de tal magnitud que tiene su papel.
Si muchas de las líneas de los jóvenes rayan en la comedia y la parodia, es porque lamentablemente salieron de la boca de los perpetradores y Coppola, apoyada en el artículo para Vanity Fair de Nancy Jo Sales, extrae los mejores/peores ejemplos. Filmada casi como un documental, The Bling Ring tiene un ritmo bastante calmo pero a la vez acelerado, saltando de una escena a la otra sin un tempo definido, pero dejando llevar la narrativa en manos de los protagonistas. Nunca llega a ponerse pesada y se toma su tiempo justo -90 minutos de duración- para contar todo lo que tiene que contar. Difícilmente sea lo mejor de Sofia Coppola, pero su manejo de historias no puede dejar de sorprender, incluso luego de terminada la película.
Hay algo dentro de The Bling Ring que magnetiza. No se puede especificar si es la incredulidad frente a los estrafalarios modelos a seguir que idolatran los Ladrones de la Fama o la sensación escalofriante de ver una juventud perdida, pero Coppola logra desarrollar un drama ligero que resulta demoledor para entender a una generación obsesionada por saber si Lindsay Lohan entró o salió de rehabilitación, o cuándo será la próxima fiesta de Paris Hilton.