Perdidos en el limbo
Podría decir que Adoro la fama de Sofía Coppola es una película coherente, esto significa que tiene una historia irrelevante, un guión pobre, un horrendo título y una puesta en escena fragmentada y superficial acompañando la historia.
El argumento es simple, un grupo de adolescentes estadounidenses de clase media deciden por diversión y fetichismo robar en las mansiones de algunos famosos (seudo) artistas. Estos hurtos son repetidos en la pantalla una y otra vez hasta llegar al bostezo crónico.
Sorprende que esta directora que fue capaz de crear el sutil e intimista universo de Lost in traslation (2003) y de habernos dejado con la boca abierta con la anacrónica y colorida Marie Antoniette (2006) hoy esté contando una historia tan chata y vacía. No podemos negar que sabe dirigir, hay planos interesantes y un uso del sonido y los silencios que refuerzan la imagen, pero nada de esto nos importa cuando lo que hay por debajo es la nada misma.
Los personajes tienen una sola cara: son estúpidos. Quizás el protagonista masculino (Marc) un reprimido chico gay tiene alguna pincelada un poco más profunda que el resto, de hecho su mirada cierra la película, pero ahí nos quedamos. Este universo de chicas perfectas que van a estudiar en tacos altos, maquilladas y que pasan las horas sacándose auto-fotos con sus celulares, exaspera. Y el tímido Marc que termina siendo un títere de estas huecas y pequeñas hembras, no hace otra cosa que seguirlas como un perrito faldero.
Los objetos son símbolos de poder: autos convertibles, carteras Chanel, vestidos Prada, zapatos de lujo y joyas que valen tantas cifras que ni siquiera podemos contar. Por supuesto que la película es crítica, pero llega a lugares tan vulgares que termina cayendo en lo mismo de lo cual intenta (sin éxito) reírse. ¿Delata un mundo del cuál la directora misma es parte? No, ojalá fuera así, porque sería por lo menos una mirada un poco más sincera. Coppola no cuenta nada y ese es el mayor problema que padece esta película, esta vez todos los adornos y detalles son irrelevantes y no sirven más que para dejar en evidencia todo lo que falta. Los recursos en su cine se vuelven reiterativos y ese mundo que intenta explorar en sus últimas películas, ya sea desde la existencialista Somewhere (2010) o desde esta hibridéz inclasificable que es Adoro la fama, no nos importa en lo más mínimo. Sofía, creo que hasta acá llegó mi amor.