Sofía Coppola nos trae una película digna de un muro de Facebook donde las auto-fotos son moneda corriente y la estética de publicidad de perfumes está a la orden del día.
"Vamos de compras" es la frase con la que abre este film, la enuncia Rebecca, la líder de un grupo de jóvenes de clase acomodada de Los Ángeles. Para ellos, "ir de compras" es entrar y sustraer objetos valiosos de las casas de los ricos y famosos de Hollywood ¿Por qué lo hacen? Porque pueden y, claro, porque les gusta.
Como espectador, el gran enigma que ronda durante todo el film es si Coppola se burla de estos chicos y de sus víctimas o empatiza con ambos ¿Se regodea de la situación o es simplemente ironía? Difícilmente lo averiguaremos a lo largo del mismo.
Lo que sí parece ser es que Coppola forma parte de este círculo vicioso de la fama, parece más una cómplice que una detractora de la conducta de estos adolescentes; y de alguna manera logra inmortalizar su accionar en estos 90 minutos.
Por momentos el relato se acerca más al documental que a la ficción propiamente dicha y aburre; la hija de Francis Ford no parece haber tenido la habilidad para contarnos hechos poco relevantes (para el público en general) y volverlos un thriller como lo hizo David Fincher en Red Social (The Social Network, 2010). O la virtud de Harmony Korine de convertir a un grupo de chicas de clase media, que comete robos para irse de vacaciones, en una propuesta entretenida y a la vez delirante. Si en Spring Breakers (2013) mostrarnos adolescentes con armas en bikini sirve de excusa para criticar los valores de la sociedad y la decadencia del sueño americano, en Adoro La Fama la superficialidad parece solo servirnos de plataforma para pauta publicitaria de grandes diseñadores y productos de alta gama.
Si algo se destaca a lo largo del relato son las actuaciones, cada personaje cumple a la perfección su rol y realmente convencen en todo momento. Y qué decir de la frialdad de estos chicos de clase alta, que en las palabras de Nicki (el personaje de Emma Watson) encuentran quizás su mejor exponente de pensamientos, con frases que pueden sonrojar (o hacer estallar de ira) a cualquiera. Dichos más dignos de un concurso de belleza que de los miembros de una banda de ladrones que se hizo de un motín de casi 3 millones de dólares. Sin embargo, a pesar de estar muy buen actuada, la película sólo brilla cuando la música crea los climas y los diálogos se silencian.
Hay algo que queda muy claro en esta historia basada en hechos reales (también inspirada en un artículo de la revista Vanity Fair) y que llamó la atención de Sofía Coppola: el objetivo de estos jóvenes es no pasar desapercibidos en esta vida y que alguien recuerde su existencia. Evidentemente lo han logrado. La versión postmoderna de las coplas de Jorge Manrique, aquel poeta español del siglo XV, que afirmaba la existencia de La Vida la de la Fama. Aquella que nos sobrevive en la Tierra más allá de la muerte y gracias a nuestros actos. Lo que Manrique imaginó, se conseguía con gloria y honor. Lo que estuvo fuera de sus cálculos, es que hoy se puede conseguir colgándose de la fama de otro, y mejor no pensar que ese otro, seguramente, poco tuvo que ver con la gloria y el honor para conseguirla.
@Rodri_Molina