Aftersun

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Paradojas de la gloria del cine, este film transporta una pena que desgarra el alma. Funde ficción y realidad a la hora de tramar un retrato familiar en donde convergen el amor, la nostalgia y la aflicción. Ópera prima de la escocesa Charlotte Welles, duele saber que hay tantas cosas no dichas que jamás diremos. Escudriñamos una imagen tratando de traer al presente un recuerdo, mientras la autora juega inteligentemente con los silencios. Lo que callamos es una metáfora acerca de la relación paternofilial en manos de una cineasta hacedora de planos en donde se palpa el sentimiento. Premiada a nivel internacional en numerosos festivales, explora temáticas que refieren a un recorrido por el dolor hecho carne, dando vida a una niña de once años y padres separados. Una cámara de video atrapa cada recuerdo, herramienta que proporciona un punto de visto directo de un personaje hacia otro; también un punto de anclaje entre el presente y el pasado. La memoria y la imaginación harán su parte restante para completar el recuerdo a veces borroso. La relación con nuestros progenitores es esencial mientras formamos nuestra identidad, es así como la presente obra explora recovecos, desde el lado más oscuro y su reverso más noble. Padres que nos llenan de la falta que tuvimos, parte de nuestro crecimiento es heredar mucho de lo que tenemos, más allá del apellido. Transición de la infancia a la vida adulta, el primer beso no se hace esperar en un verano que va a cambiarlo todo. Porque reír, amar, gozar y llorar forman parte del camino. Entre canciones de culto, atraviesa el tamiz de los instantes fragmentarios. Puntos difusos sobre lo que no es sencillo arrojar luz. Paul Mescal, nominado al Oscar, luce fantástico, mientras el sonido del silencio se convierte en un personaje más: el peso de la respiración, como elemento de conexión entre partes y entre escenas, nos habla a las claras de la lucidez de esta pieza.