Basada en la propia infancia y en los recuerdos de la directora, Charlotte Wells construye una ópera prima más que interesante, emotiva e inteligente sobre el vínculo entre un padre y una hija durante unas vacaciones en Turquía.
Aftersun se centra en Sophie (Francesca Corio), quien reflexiona sobre la alegría y la melancolía de unas vacaciones que realizó con su padre (Paul Mescal) 20 años atrás. Los recuerdos reales e imaginarios van llenando los espacios entre las imágenes mientras intenta reconciliarse con ese padre que fue y trata de encontrar algún tipo de explicación con las partes que no conoció de él.
A través de material filmado con una cámara e imágenes que no siempre siguen una línea cronológica (o al menos es lo que podemos percibir una vez avanzada la historia), la cinta se sostiene por la buena química que construyen Paul Mescal y Francesca Corio, que muestran a este padre e hija que tratan de sacar provecho del tiempo que tienen juntos, como también por los diálogos sinceros, maduros y entrañables que tienen entre sí. El personaje de Sophie tiene 11 años pero es de esos niños que parecen más grandes de lo que son y que tienen una relación bastante adulta con un padre que se muestra más fuerte de lo que es pero que poco a poco vamos a ir dándonos cuenta de sus falencias.
Sin dudas «Aftersun» es una película llena de sutilezas, a primera vista es una historia linda sobre los vínculos pero a medida que va avanzando podemos ver algunos indicios de que en realidad la directora nos está contando algo más, dándole lugar al tratamiento de las enfermedades mentales, tal como la depresión o los deseos suicidas, algo que se nos brinda a cuentagotas pero que después podemos ver en el panorama general.
Además, es de esos films que siguen dando vueltas en nuestra cabeza una vez finalizado, porque tiene muchas capas para analizar y repensar. Tal vez algo que entendimos de una manera cuando lo vimos, después nos damos cuenta de que en realidad tenía un motivo totalmente opuesto. En esos detalles es en donde se esconde la directora para contarnos su historia y no darnos todo servido, sino que espera que un espectador atento y activo pueda descubrirlo solo e, incluso, le dé su propio significado juntando todas las piezas del rompecabezas.
Otro aspecto a destacar es la parte técnica, la fotografía, el uso de los colores para demostrar la contraposición entre la luminosidad y la oscuridad de ambos personajes, la belleza de los planos y el ingenio que utiliza la directora para mostrar a los protagonistas sin que necesariamente la cámara los tome (por ejemplo mediante reflejos en espejos o televisores). También la banda sonora acompaña muy bien a la trama y está perfectamente seleccionada para decir cosas que los personajes están sintiendo o transitando pero que no se expresan explícitamente. Acá nuevamente podemos resignificar estas canciones en pos de la historia. Y finalmente el montaje también le otorga un valor agregado al film que, como decíamos anteriormente, parece no estar narrado de forma cronológica, sino que va contando distintos fragmentos que aparecen en la mente de la protagonista y que con el correr del relato y a medida que vamos entendiendo más la historia va tomando un significado distinto.
En síntesis, «Aftersun» es una película bella en su forma y en su contenido que puede generar una gran cantidad de sentimientos (ya sean agradables, tristes o emotivos) pero que sin duda va a movilizar al público. Uno de esos films que nos hace reflexionar sobre la vida, la familia y los vínculos a través de una historia llena de matices, buenas interpretaciones y una parte técnica muy trabajada donde nada está librado al azar. Esas tramas plagadas de sutilezas que calan en lo profundo del alma y la mente y se quedan con nosotros durante un tiempo.