Antes y después de los Titanes en el Ring.
A comienzos de los años 60, de los cuatro canales de televisión que emitían en la Argentina (el Canal 2, predecesor de América TV, todavía no existía), en tres de ellos había programas de catch. El 9 tenía al líder, Titanes en el ring. Por el 13 iba El Ancho, con Rubén Peucelle, y en el 11 estaba Demonios del ring. Ese solo dato testimonia el nivel de popularidad que llegó a tener esa forma de espectáculo en la Argentina, y hasta no hace tanto tiempo: Titanes en el ring estuvo en pantalla, con interrupciones, hasta el 2001 y después lo sucedió 100 % Lucha. Lo que tal vez no sea tan conocido es que el catch no empezó aquí con Martín Karadagian sino treinta años antes. Esa larga historia es la que este documental de realización tripartita evoca con abundante y variado material de archivo, combates de mentirita en vivo y testimonios de primera agua, de showmen del ring tan veteranos que en muchos casos fallecieron en el tiempo que pasó entre el rodaje y la edición final.
Lo de “agárrese como pueda” es porque antes de llamárselo catch, en la Argentina se le daba ese nombre, por traducción directa de catch-as-catch-can, designación que se le puso en Inglaterra hacia fines del siglo XIX a esta forma de lucha libre, adaptada a las ferias de diversiones. Los ingleses lo introdujeron aquí en las primeras décadas del siglo XX, celebrando combates en una Misión Inglesa ubicada en San Juan y Paseo Colón. Allí se inició un pionero local llamado Tobías Giordano, que siendo un anciano de bastón llegó a prestar testimonio a cámara en el film. En aquella Misión Inglesa practicaba también sus primeras tomas el mismísimo William Boo, el más célebre “referí bombero” de Titanes. En aquellos tiempos, Boo era cátcher malo y de esa condición de villano tomó su apelativo, derivado del abucheo que le dedicaban los habitués.
La historia pasa después por un Luna Park con tribunas de madera y calefacción a puro tronco, el Circo Shangri-La en el Parque Retiro, un cartel que en una foto aconseja “Cuidado con los sombreros”, el relato del luchador Sarkis Tchirichian de cómo aflojaban a cajonazo limpio a los que se animaban a desafiar a los peleadores del circo, más tarde los guardavidas-patovicas del balneario El Ancla de Olivos, después Titanes y desde allí su ruta. Entre los testimoniantes de Agárrese como pueda están los mismísimos Indio Comanche, Rubén Peucelle (ambos fallecidos tras el rodaje), Mercenario Joe y hasta La Momia dando la cara, y entre los dorados fragmentos de archivo, las peleas de Karadagian contra Gatica (¡que lo quiso fajar en serio!) y el Capitán Piluso, así como la afeitada del patrón a Tchirichian en vivo.
Extremadamente larga (dura 2 horas y 1 minuto) y dividida en partes, Agárrese como pueda encabeza cada sección por fragmentos del célebre ensayo de Roland Barthes “El mundo del catch”. La distanciada, brillante revalorización de esta forma de espectáculo hecha por el autor de Fragmentos de un discurso amoroso entronca limpiamente con el lúcido análisis que de esta variante de la farsa hace el teatrista Pompeyo Audivert. Los realizadores del documental prefieren celebrar a estos “titanes” como si en lugar de haber jugado a ser superhéroes en un país de la infancia en verdad lo hubieran sido. Y hasta lo siguieran siendo.