Titanes en el ring
Un documental sobre el mundo del catch es necesariamente un documental sobre arte. Sobre esa forma de deporte y teatro que es la lucha sobre un ring con personajes creados para la alegría de los crédulos espectadores. Dependiendo del país y de la época, las personas pueden haber sido testigos o no de los momentos más populares de esta disciplina. En Argentina durante la década del 60 y hasta fines de los 80, Titanes en el ring fue un fenómeno del espectáculo de catch cuyo popularidad hoy tal vez sea difícil de calcular para quienes no vivieron esa época. Liderados por Martín Karadagian, esta troupe de luchadores tuvo un éxito enorme, y tanto el “Gran Martín” como los demás luchadores fueron verdaderos ídolos de niños y no tan niños.
Ágarrese como pueda, lo que dicen los cuerpos al volar cuenta la historia de las décadas previas a este esplendor y los años posteriores, pero el centro de la trama son los titanes. Historias y anécdotas de La momia, Rubén Peuchele, Pepino, Don Quijote, El caballero rojo y otros se suceden para ir armando una memoria de aquellos años a la vez que se ensaya una reflexión sobre el significado del catch. Lo bueno de la película es que la parte intelectual acompaña con ligereza a la reflexión de primera mano y pocas palabras de la mayoría de los luchadores. No le queda mal a la película combinar ambas cosas, al contrario. No es un film intelectual ni tampoco es una enumeración superficial de eventos.
Los realizadores Nicolas Bratosevich, Javier Romero y Claudio Celada tienen material de sobra y un imagina que esto podría convertirse en una serie de varios episodios, pero también es buena la sensación de velocidad que imprime el querer saber más y que la película siga avanzando. El deseo de saber más es una señal de buen documental. Como las peleas que cuentan los protagonistas cuando pasan a la televisión, son unos minutos y a lo que sigue. Historias no faltan y los directores tienen la humildad de no asumirse biógrafos oficiales de la historia del catch en Argentina.
Muchos momentos son fantásticos, no hay que anticiparlos, pero algunos quisiera citarlos. En un momento uno de los entrevistados describe a un joven Karadagian, ¡que todavía hacía de villano! como un dibujo de Oski. Y uno, que ha visto a Karadagian durante décadas, descubre que esa descripción es insólitamente acertada. También es hermoso ver como todos son trabajadores. Que no hay millonarios ni estrellas dando vueltas en la película. Y no nos pocos los testimonios que muestran que Martín Karadagian tenía, además de habilidad deportiva, un gran talento artístico. Combinar deporte y arte como él lo hizo con Titanes en el ring sin duda es un hallazgo.
Como nota final es emocionante ver al gran Rubén Peucelle –fallecido en el 2014- contando historias y reflexionando sobre su trabajo. Con el mar al fondo y su pelo ya encanecido y algo calvo, Peucelle seguía siendo El Ancho Peuchele. Una de las estrellas más recordadas de aquel período. Y, para los que aun no lo saben la película lo cuenta, también el cuerpo debajo de una de las máscaras más conocidas de los Titanes en el ring. El bien, el mal, la justicia y la injusticia, los héroes de fantasía que parecían tan reales en cada lucha. La película los homenajea, los comprende y los trae una vez más a la vida.