Llega el estreno de Agenda secreta, la nueva película de Lars Kraume.
Un año después del estreno de la muy comentada Laberinto de mentiras, llega un nuevo relato sobre el encubrimiento Alemán de la post guerra y la obsesión de un fiscal por desenmascarar la conspiración. En este caso, es la historia del procurador general Fritz Bauer, un judío homosexual que salvo su vida gracias a traicionar sus ideales, y que una vez vuelto a Alemania, está decidido a llevar a juicio a todos los nazis que pueda. Claro que lo que va a encontrar es a un sistema político y judicial conformado por todos ex SS que harán lo imposible para que la verdad no salga a la luz.
Tal como sucedió con su antecesora, el tema que trata Agenda secreta es de tan vital importancia que su construcción y las decisiones del relato terminan siendo anecdóticas, al tiempo que la resolución del conflicto es lo que el espectador va a focalizar.
Desde la apuesta del director, la reconstrucción de época es sin duda el más logrado aspecto de este film. Escenarios, vestimenta y hasta la forma de filmar, remiten a finales de la década del 50.
Solamente la música, una mezcla de jazz y cabaret, queda descolocada en un relato que es por todos lados, muy prolijo.
Burghart Klaussner encarna a Bauer de manera magistral, poniendo en el personaje toda la carga de la época, la determinación, pero también el pesar de una vejez prematura causada por el desasosiego y el horror vividos. Lo acompaña con una muy buena actuación Ronald Zehrfeld, a quien vimos protagonizando Barbara y Ave Fenix ambas de Christian Petzold, quien interpreta a Karl Angermann, un empleado del sistema judicial que encuentra en Bauer un guía, no solo para su carrera laboral sino también, para su complicada vida sentimental.
Agenda secreta es complejo, extiende demasiado su argumento y termina complicando mucho la trama, a veces en detrimento del ritmo y la atención del espectador, pero nuevamente, es la importancia de la historia narrada lo que va a interesar al público.