Quiere la casualidad que en la misma semana se estrenen dos películas, diferentes entre sí, pero con una coyuntura en común, las trabas estatales frente a ciudadanos que intentan hacer bien su labor. Una es la ganadora del último BAFICI, la hindú La Acusación, la otra la alemana Agenda Secreta, de la cual hablaremos en estas líneas.
Ya venimos hablando en otras ocasiones, del nuevo aire revisionista en el cine alemán actual. Aquel que durante años se negó a hablar del nazismo, o lo hizo de manera superficial, hoy se anima a punzar sobre sus errores y contradicciones históricas como Estado. El nuevo film de Lars Kraume (con una filmografía variada en estilos) se inscribe en esa línea.
Fritz Bauer fue una figura reconocida de Alemania por su actividad política de resistencia durante el régimen de Hitler y su posterior labor como fiscal. Es en este segundo aspecto donde el film hace hincapié.
Transcurren los años ’50, Bauer, es Fiscal en grado de jefe; y pese a todos los contratiempos, inicia una investigación para dar con el paradero de Adolf Eichmann, Teniente de la SS, responsable de la Solución Final y del traslado de judíos a los campos de concentración.
Los datos dicen que Eichmann se encuentra oculto en Argentina, y el fiscal decide rastrearlo para enjuiciarlo.
Pero la tarea no será sencilla, Bauer tropezará una y otra vez contra la negación del Estado Alemán para que su actividad sea llevada a cabo, hay algo enquistado que parece que más de una década después aún se encuentra en las esferas de poder.
Todo héroe necesita de su coequiper, Fritz Bauer cuenta con el apoyo de Karl Angermann, fiscal más joven que Bauer, con el que entabla una suerte de relación profesor/alumno.
Retomando la “forzada” comparación con La Acusación, aquí también el director decide mostrarnos cómo afecta en su vida personal, las trabas durante la investigación. En este caso, dividida en los dos personajes, sus puntos en común, y quizás más focalizada en Angermann sobre este aspecto personal. Aquí, el guión, también de Kraume, pareciera tomarse algunas libertades para enfatizar ciertos aspectos en la personalidad de los personajes, lo cual puede afectar al conjunto de la veracidad pero no afecta al resultado como film.
Agenda Secreta es un film riguroso, quizás frío, y con algunos apuntes técnicos que hace que sea mejor ir con cierto background de información antes de apreciarla.
La labor de Kraume es correcta tanto desde las elecciones técnicas, sobrias; como desde la dirección de actores, con la suficiente fluidez entre los personajes.
Burghart Klaußner y Ronald Zehrfeld, como Bauer y Angermann respectivamente cumplen con solidez sus roles y hay entre ellos una química dinámica, justa y precisa.
Cierta falta de pasión o vigor, y un ritmo más bien lento – su duración no es extensa pero se siente como tal -, sumado a algunos datos locales que no nos cierran del todo (datos imprecisos sobre nuestro país que hacen dudar de la investigación previa), descuentan en un film que se sigue con interés si bien no llega a la grandeza.
Es hora para Alemania de secar sus trapos al sol, y el cine parece ser un bastión fundamental. Películas como agenda secreta quizás se aprecien mejor dentro de la localía. De todos modos, sus valores cinematográficos y el rigor con el que es llevada a cabo, redondean una propuesta interesante para quienes quieran ir más allá del entretenimiento.