En su nueva producción el director Guy Ritchie vuelve a explorar la comedia de espías con un reparto que reúne a varias figuras que lo acompañaron en sus últimos proyectos y un presupuesto mucho más limitado al que tuvo en El agente de CIPOL.
En ese sentido es un film menos sofisticado que aquel trabajo del 2015 y llega a funcionar gracias a la buena química que se gestó entre Jason Statham, Josh Harnett y Aubrey Plaza.
La película se desarrolla como una especie de Misión: Imposible clase B donde el realizador apela a su estilo de narración dinámico y humor irónico para brindar un espectáculo decente dentro del género.
No es una obra que será recordada entre los títulos más destacados de su filmografía pero es entretenida y aprovecha el carisma de Statham como héroe de acción.
Harnett, quien actualmente atraviesa una especie de regreso en las salas de cine, cuenta con un rol más destacado que el de Wrath of Man (la película previa del director) y Ritchie lo hace sobresalir en una estupenda persecución automovilística en la que el cineasta le hace justicia a la reputación del Ford Mustang.
Probablemente la mejor secuencia de acción dentro del film ya que el resto de ese tipo de momentos se limitan a peleas y tiroteos más genéricos donde se nota las limitaciones del presupuesto.
Dentro del reparto secundario Hugh Grant y Cary Elwes le aportan cierta jerarquía a un relato que no presenta demasiadas ambiciones en su argumento.
Ya sea que disfruten del cine de acción decente o los trabajos de este realizador Agente Fortune se deja ver y cumple con su simple objetivo de ofrecer un buen entretenimiento.