Guy Ritchie vuelve a las fuentes apoyándose, no sólo en un hábil y lúdico guion, sino, principalmente, en grandes actuaciones que realzan la narración. Un agente especial deberá lidiar con un nuevo equipo mientras resuelve una peligrosa misión. Por solo el arranque, en dónde genera tensión fusionando pasos con música, merece verse.