Angelina 007
Como una máquina indestructible, Evelyn Salt pone en jaque a la Casa Blanca y a la CIA. El personaje devuelve la adrenalina a Angelina Jolie, una actriz que surgió como figura del cine pochoclero y que luego demostró que no es sólo una cara bonita. Jolie juega otra vez a la super heroína de acción, mimada por el director Phillip Noyce y una batería de efectos especiales que harían empalidecer a la raza de terminators.
El guión de Kurt Wimmer no tiene ningún dato original. Hay en Salt una mezcla ocurrente de elementos archiconocidos por los espectadores que disfrutan con el Súper Agente 86, las series para el recuerdo sobre la Guerra Fría o la saga completa del Agente 007, en todas sus versiones. El acierto de Salt es la actriz que se mueve frente a la cámara con una energía inagotable y un rostro que va adoptando diferentes identidades, cual Chacal de última generación. El argumento es sencillo, aunque el modo de llegar a la última escena sea bastante rebuscado.
Un desertor ruso llega al corazón de la CIA a decir que Evelyn Salt, la agente más respetada de la oficina, es una agente rusa encubierta. Su misión, asesinar al presidente ruso, de visita en Washington. De ahí en más, el espectador inicia el viaje junto a Salt que huye sin aclarar su identidad. Detrás de la parafernalia están los rusos que añoran los días de la Guerra Fría y un plan a largo plazo para entrenar a agentes encubiertos, inyectados en territorio yanqui.
Como ocurre siempre en esta fórmula, hay una historia de amor, la de Salt con su esposo, un biólogo alemán especialista en arácnidos. También se ve la crueldad entre pares que no discrimina género, en un medio en el que nadie confía en su sombra.
El vértigo de la película hace olvidar los detalles del libreto que pone velocidad en las escenas de acción pero nunca llega a profundidades psicológicas, como ocurría en Nikita o la saga Millennium. Salt es una heroína que responde violentamente a los estímulos y huye. La confusión sobre buenos y malos es propia del planteo esquemático, más cerca del videojuego que de la interpretación de la violencia desde una mirada femenina. De hecho, se sabe que el rol era para Tom Cruise, pero el actor desistió porque venía haciendo roles parecidos.
El cambio de nombre habilitó a Angelina, que ocupa la pantalla con inteligencia y vitalidad de una mujer con destrezas de soldado. La acompañan Liev Schreiber como Ted Winter, su colega; Chiwetel Ejiofor, Peabody, el agente que la persigue; Daniel Olbrychski, el desertor ruso; August Diehl, en el rol de Mike Krause, el marido. Entre choques espectaculares, camiones inmensos en la autopista, explosiones, ingenio y sangre muy fría, Salt, la nueva estrella de Hollywood, demuestra en esta primera película de final abierto que ella puede sola.