Agente Salt

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Phillip Noyce es el más joven de un grupo de realizadores australianos (Bruce Beresford, Fred Schepisi, Peter Weir) que fueron virtualmente capturados por el aparato productivo de Hollywood, adonde emigraron.

“Agente Salt” es su largometraje número quince, décimo que se estrena en nuestro país, donde se hizo conocer hace veinte años con el notable “Terror a bordo”, protagonizado por una muy joven Nicole Kidman y Sam Neill. De allí en más Noyce filmó casi exclusivamente para los Estados Unidos producciones tan célebres como “Juego de patriotas” y “Peligro inminente”, ambas con Harrison Ford como el Jack Ryan escrito por Tom Clancy y también “Sliver” con Sharon Stone y “El coleccionista de huesos”, ésta última con Denzel Washington y Angelina Jolie.

Seguramente los productores de “Salt” pensaron en él, dada su doble experiencia en films de espías con Harrison Ford y aprovecharon que ya conocía, por haberla dirigido, a Angelina Jolie. Mucho se ha escrito sobre la deserción de Tom Cruise en el rol central por otros compromisos de filmación, pero si de algo no cabe duda es que finalmente sólo puede celebrarse su reemplazo por la actriz de “Lara Croft – Tom Raider” y “Sr y Sra. Smith”.

Como sucedía esta misma semana con otro de los estrenos (“El hombre solitario” con Michael Douglas) todo gira alrededor del personaje principal, pese a que en ambos casos se incluye a un grupo de actores secundarios que valorizan la producción. A Evelyn Salt, una agente de la CIA con un pasado en Rusia sospechoso, la acompaña Liev Schreiber (“Desafío”, “Al otro lado del mundo”) y un trío de actores europeos donde sobresale el polaco Daniel Olbrychski, actor preferido de Wajda y Zanussi, además del alemán August Diehl (“Bastardos sin gloria”) y el inglés de origen africano Chiwetel Eliofor (“El plan perfecto”, “Negocios entrañables”).

“Agente Salt” suma situaciones inverosímiles a lo largo del metraje como son los saltos que realiza Jolie desde unos a otros camiones, sin sufrir rasguño alguno, en una escena muy bien filmada pero poco creíble. Pese a cierta previsibilidad (faltó sólo un cartelito anunciando “Salt 2”) reserva algunas sorpresas sobre la identidad de los espías involucrados, incluida la propia Evelyn. Pero lo que si promete y ofrece es acción vertiginosa sin límites, que no da respiro al espectador. Este cronista la disfrutó quizás porque, desde el inicio, no se propuso buscar mensajes u crearse otro tipo de expectativas que la de pasar un rato entretenido.