Una agente de la C.I.A, la agente Salt, (que da titulo al filme), es acusada, señalada, o como quieran denominarlo, de ser una doble agente, al servicio de la ex Unión Soviética, con la firme intención de asesinar al presidente o al vice de la ex patria, da lo mismo, no tiene mayor importancia.
Quien la señala es un desertor ruso. ¿A quien le creemos? Se preguntan los espectadores y los demás personajes del filme. Ella emprende la fuga.
No por ser redundante debería decirse que todo el filme es una larga carrera, maratón o persecución, de lo agentes de las distintas agencias del gobierno yankee en querer capturar a la prófuga.
Quien se fuga con el sólo fin de poder encontrar los elementos que demuestren su inocencia, o por lo menos las pruebas de la mentira del desertor, que podría ser lo mismo, pero que los diálogos de los personajes (genero literario aparte) se esmeran e instalar como diferentes.
Produción netamente de acción por la acción, con cortes y más cortes, tanto desde el montaje como en el guión, como así también en los personajes, tanto en el cuerpo y en sus atuendos, como en la construcción de los mismos. Recortados para negar información en pos de un suspenso que se perdió inexorablemente a los pocos minutos de empezado el filme y nos enteramos que el agente Salt es Angelina Jollie. Para los más atentos, ese dato esta en la publicidad, tanto en los medios gráficos como en la vía publica, pero eso es otra cosa. Plantada desde la niñez en lo EEUU y formada para hacer carrera. Pero con un lavaje de cerebro digno de cualquier producto televisivo. (léase también de esos que se ponen en los lavarropas).
En cuanto al personaje, hace recordar casi directamente a Jason Bourne o a James Bond, o Flint, para los más viejos, pero con un atractivo extra para la audiencia masculina, la belleza de la protagonista que demuestra que este género le sienta bien.
Por el lado de la construcción del filme, este hace recordar a “Sin Salida” (1987), pero carente del suspenso de aquella.
La pregunta del millón, una vez terminada la proyección es: ¿Qué otra cosa me quieren decir con todo esto?
Digamos que ninguna producción audiovisual es inocente, o ingenua, sobre todo aquellas que parecen a simple vista puro entretenimiento. Algunas subrepticiamente instalan ese discurso, y otras tal como en este caso más explícitamente.
Hay dos bandos bien diferenciados, los buenos por antonomasia, (los yankees) y los malos, muy malos desde el mismo orden, ya sean rusos, ex soviéticos, norcoreanos, vietnamitas, cubanos, venezolanos o defensores del euro en detrimento del dólar, da lo mismo.
Aclarando, el discurso del filme se inscribe peligrosamente como fascistoide, anticomunista, pro yankee y con algún toque misógino.
En definitiva, El realizador hace alarde de su sapiencia y habilidad para contar una historia desde el lenguaje visual, poniendo en relieve los valores estéticos narrativos, de producción, montaje, fotografía y diseño sonoro de excepción, al servicio de un filme que no es inocuo, a pasarla bien mientras rueda el proyector, pero a no creérsela.