Un cuento de espías a la medida de su estrella
La actriz es lo mejor del film que dirige Phillip Noyce
¿Qué sería de Agente Salt si no estuviera protagonizada por Angelina Jolie? Si la actriz en su versión de heroína de acción no apareciera en el noventa por ciento de las escenas ésta sería una película de acción modesta, entretenida aunque un poco absurda en el desarrollo de su trama. Claro que a estas alturas es imposible imaginar a cualquier otra actriz haciendo lo que hace Jolie. Desde sus atrevidas secuencias dignas de una doble de riesgo hasta aquellas en las que apenas un batir de pestañas le alcanza para expresar su angustia.
La mezcla de una historia de espías que incluye a malvados agentes rusos dispuestos a provocar una guerra nuclear con una seguidilla de persecuciones e increíbles escapes funciona. Claro que el sombrío guión de Kurt Wimmer se sostiene más por el oficio de los actores y el director que por sus propios méritos.
Jolie interpreta a Evelyn Salt, una agente de la CIA que parece disfrutar de su trabajo y ser feliz en su matrimonio con un experto en arácnidos que la acepta tal cual es. Aunque, por supuesto, ésa es la cuestión. ¿Quién es la agente Salt? ¿Una eficiente espía norteamericana o una aún más eficiente espía rusa entrenada desde la cuna para desestabilizar al gobierno de los Estados Unidos?
La duda será sembrada por un extraño personaje que se presentará en el cuartel general de la CIA para denunciar un complot para asesinar al presidente norteamericano.
Interpretado por el legendario actor polaco Daniel Olbrychski (favorito de Andrzej Wajda), el personaje aportará el costado más nostálgico del film, un retorno a aquellos tiempos en los que el cine de Hollywood presentaba a los rusos sin matices ni rasgos positivos; más bien como seres fríos capaces de cualquier cosa por lograr su objetivo. Hasta de robar chicos y adoctrinarlos para infiltrarse en las agencias de seguridad del enemigo jurado: los Estados Unidos.
Más cerca del cine actual, el director Phillip Noyce ( El americano ) utilizó toda su experiencia como realizador de films de suspenso y acción para conseguir unas secuencias tan adrenalínicas como entretenidas, que incluyen una graciosa, por caricaturesca, escena en la que el personaje de Jolie domina el curso de un coche aplicándole shocks eléctricos a su conductor.
Sin la densidad de la saga del agente Jason Bourne -aunque con su juego de identidades falsas o cambiadas- ni la sofisticación de la serie de James Bond, Agente Salt logra revitalizar los cuentos de espías para la pantalla grande del siglo XXI.