Mujer de armas tomar.
Salt era una de las películas que más expectativas me generaba. No me refiero a la división crítica que generó en USA (mientras que Roger Ebert le otorgó la calificación máxima, A.O. Scott la destruyó) sino al trailer. Sí: se supone que uno no debería entrar al cine con prejuicio, pero el trailer me prometía acción, saltos, explosiones, y con coherencia narrativa. Cuando terminó la función, lo confirmé: Agente Salt es eso. Piñas, patadas, disparos, explosiones con coherencia. Quiero decir: se entiende lo que pasa en pantalla. Sí: se notan similaridades con la saga Bourne, pero el montaje frenético que caracteriza a las películas de Greengrass acá no está. O está mucho más controlado que en otras películas (pienso en la última de Bond, Quantum of solace, como ejemplo).
El guión de Salt es flojo. O por lo menos, bastante objetable. Pero no importa: Philip Noyce supera con creces los defectos. Es un tour de force inagotable. Cuando la acción empieza, no para. Casi literalmente. Es una de esas películas que disfrutaría viendo en televisión. No la estoy degradando diciendo que es un producto para TV. Al contario: disfruté la película en la pantalla grande. Es rápida, corta y entretenida. También es disparatada, algo excesiva, y light. Son más o menos las mismas cualidades de 2012 (salvo que esa es un mastodonte con una hora más de duración).
Angelina Jolie merece un párrafo aparte. Nada de Tomb Raider (que tenía menos vida que el videojuego). Angelina debe ser la agente Salt. Nada de señora Smith. Hay que ver lo bonita que se ve (y creíble, creíble es imporantísimo) acá. Es muy buena actriz. Pensemos en todos los pequeños gestos suyos (muequitas que ya son su trademark). Nos engaña todo el tiempo. No me refiero a los giros del guión (que, repito, no son sorprendentes). Sino a los giros emocionales del personaje principal. Es como Daniel Craig: Jolie salta, corre, transpira, cae en un camión en movimiento, le disparan, corre, se saca los zapatos, pelea. Hace de todo. Y como el rubio de Bond, uno le cree. En una película tan física como esta, es indispensable una actriz así. Es lo que Megan Fox nunca jamás podrá ser.
Después, todo eso de los espías rusos, la CIA, e incluso las vueltas del guión, no lo veo más que como aderezos para una película de este estilo. Es casi una parodia a todo el cine de espías durante la Guerra Fría (así como lo fue la divertida Goldeneye). Cine clase B, puro y duro. Aunque con una estrella (y actriz) clase A.