Mark Williams no utiliza metáforas ni sutilezas: Blacklight (Agente Secreto) es una película de acción con un discurso político. El director acepta la convención de que en este género no importa la historia, sino quién la protagoniza, qué auto usa y cuántas balas dispara. Un guion perfectamente mediocre con algo que decir sobre Estados Unidos: que el FBI es una organización mafiosa que en nombre de la democracia ha estado asesinando durante décadas a cualquier persona con ínfulas revolucionarias, o ni siquiera: cualquiera que desafía la mitología de esos oscuros sistemas de poder.