Agora

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Una épica romana que va más allá de las luchas

Agora, una película que debe verse en pantalla grande

Quienes esperen "una de romanos"; es decir, una épica histórica cargada de acción, es probable que salgan decepcionados con Agora . No es que este nuevo y ambicioso film del talentoso director chileno-español Alejandro Amenábar carezca de medios (contó con un presupuesto de 75 millones de dólares, el más caro en la historia del cine español) ni de escenas de masas o de sofisticados efectos visuales para reconstruir la ciudad egipcia de Alejandría a fines del siglo IV, pero -aún a costa de limitar el alcance masivo de una propuesta que poco tiene que ver con Gladiador o Troya - el creador de Tesis, Abre los ojos, Los otros y Mar adentro apuesta por algo bastante más audaz que los combates cuerpo a cuerpo con lanzas, espadas y escudos: las ideas.

Puede también que Amenábar y su guionista Mateo Gil se hayan excedido por momentos en ciertas alegorías y paralelismos con la actualidad trabajados sin demasiada sutileza, pero en líneas generales estamos ante una película no sólo bien construida y narrada sino que además aborda con inteligencia temas candentes como el fanatismo religioso, el extremismo de cualquier origen y sus consecuencias inevitables e inmediatas: la intolerancia y la violencia.

En un universo de marcado machismo y en medio de las fuertes tensiones de la época (la decadencia del Imperio Romano, la irrupción del cristianismo como fuerza mayoritaria en detrimento de judíos y de paganos, la clase ilustrada de la época), Agora rescata y reivindica la figura de Hipatia (la bella Rachel Weisz), una filósofa, científica, astrónoma, matemática y maestra -hija además del responsable de la biblioteca de la ciudad (el gran Michael Lonsdale)- que tuvo una enorme influencia intelectual y política, y dejó discípulos como Davo (Max Minghella), Sinesio (Rupert Evans) y Orestes (Oscar Isaac), todos enamorados de ella.

La película expone la lucha de clases (Davo es un esclavo que se debate entre la pasión que siente por Hipatia y su creciente compromiso con las arrasadoras fuerzas cristianas), pero el eje del conflicto pasa por las contradicciones entre la razón, la ciencia y el humanismo en oposición con el fundamentalismo religioso.

Aun cuando se reitera un poco durante su segunda mitad, aun cuando puede pecar por momentos de cierta solemnidad y aun cuando las espectaculares secuencias de acción (como la toma y destrucción de la Biblioteca) daban todavía para un mayor despliegue visual y dramático, Agora es un film digno de ser recomendado (fue bastante maltratado por buena parte de la crítica internacional) para su visión en pantalla gigante. Como para recuperar el placer de disfrutar de una película a gran escala que no degrada ni bastardea al espectador, en tiempos en que los pequeños dispositivos de la tecnología hogareña amenazan con cambiar para siempre la forma de consumir el cine.