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Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Gran metáfora sobre el pasado para analizarla en su proyección al presente

Alejandro Amenazar, el director de la fabulosa “Tesis” (1996) y ganador del premio “Oscar” por “Mar Adentro” (2004), nos tenía acostumbrado a un cine intimo, pequeño en cuanto a producción, pero enorme en cuanto a guión.

Con la realización de “Ágora” da un salto al vacío, con una inmensa producción de un costo total de 50.000.000 de euros, recurriendo a un gran despliegue técnico y escenográfico para contar una historia antigua, ambientada entre los siglos IV y V después de Cristo en la Ciudad de Alejandría.

Vuelve a repetir el método que le dio buenos resultados en cuanto a producto terminado y a taquilla con “Los Otros” (2001), una co-producción y hablada en ingles.

Pero, y este es el mayor logro del realizador, no por ser historia antigua deja de ser actual, la misma sensación me produjo, salvando las distancias, el filme de Andrzej Wajda “Danton” (1982).

“Ágora” refiere la destrucción de la biblioteca de Alejandría por parte de los romanos. En ese ámbito dictaba clase una mujer, rara avis en su mundo, la astrónoma y filosofa Hipatia, joven, bella, y virgen, que no tuvo acceso al amor por su amor a las ciencias.

Pero todo el relato es una gran metáfora, y esto no pasa por ser una lectura intencional de un texto fílmico. Constantemente hay guiños de los guionistas y el realizador para redituarnos frente a una ficción que instala un discurso, creo que no es casual, el nombre del filme, icono de la vida en Grecia, ese espacio publico, la plaza donde se comerciaba no sólo con mercadería de uso sino que operaba como centro de cultura y discusiones filosóficas y políticas.

Pero todo esto sumamente griego transcurre en Egipto, en la ciudad de Alejandría bajo el yugo del Imperio Romano.

Parece una gran mezcolanza pero no lo es, ya que a partir de una construcción impecable del relato despliega un cantidad de temas de actualidad: el extremismo de cualquier índole, el fanatismo religioso, el abuso de poder, la intransigencia, la violencia, el lugar de la mujer, sus luchas, los afectos, pero por sobre todas las cosas sobrevuela constantemente la lucha todavía vigente de la ciencia contra el oscurantismo ignorante.

Es verdad que para hacer más ágil al relato, construye una subtrama amorosa, pero de un amor no correspondido y conformado por un triangulo, en el que uno de sus vértices es la filosofa, en otro Orestes, uno de sus alumnos y el otro Davo, un esclavo de Teon, padre de Hipatia, que es de su misma edad y esta enamorado de ella desde niños. Ella no puede corresponder a ninguno de los dos.

En relación a los rubros técnicos son de una buena manufactura, al igual que el diseño el montaje de sonido, también es para destacar las actuaciones de Rachel Weisz (Hipatia), Michael Lonsdale (Teon), en tanto el resto del elenco esta muy por debajo ambos, ¿será por falta de merito en la construcción de los personajes?, ¿será por que los actores no son ingleses y su ingles parece recitado? Algunos dirán que Michael Lonsdale es francés, si pero de padre inglés, mas allá de la chanza, las actuaciones terminan siendo el punto más bajo de la producción. Claro que también cabría preguntarse cuanto de responsabilidad le cabe al realizador que, a lo mejor, no logró extraer el máximo potencial de cada uno en su labor como director de actores.