Agosto

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

HOGAR, AMARGO HOGAR
Parte de una premiada obra teatral que tuvo una soberbia versión en nuestro país. Y no reniega de su origen. Al contrario, parece una transcripción tan obediente que incluso hasta define su estética: concentrada, muy dialogada, con una cámara quieta y hasta con una dirección de actores que a veces recarga demasiado su histrionismo. El tema es denso: la sorpresiva desaparición de un jefe de familia, en Oklahoma, logra que su familia se reúna. Está la matriarca (Streep), sus tres hijas y su hermana. Recuerdos, reproches, revelaciones y secretos aparecen a lo largo de este par de jornadas de desahogos y puesta al día. La riqueza dramática de la pieza teatral se desvanece, aunque el nivel interpretativo es alto. La sensación es que hay demasiados temas y subtemas en medio de tanto hartazgo y griterío. “Los secretos que escucharon estas paredes”, dice la matriarca, destruida por las pastillas y un cáncer. Pero a veces destruyen más los secretos que nadie escuchó, toda la sobrecarga de olvidos, celos y silencios que palpita en toda familia. Una obra dura sobre el desamparo y la mentira, sobre el hogar como campo de batalla y sobre la soledad de esas tres hermanas y esa madre que sienten la desaparición sorpresiva del padre como el resumen de una familia que hace tiempo se había extraviado. La matriarca se queda sola, sin hijas y sin el terrible secreto; desesperada y frágil se refugiará en el regazo de la nueva niñera, buscando en esos brazos un renacimiento y un ayer imposibles.