La obra de Tracy Letts, ganadora del Pulitzer en 2008 auspiciada desde la producción por, entre otros, George Clooney y Grant Heslov, da el gran salto de las tablas de Broadway a la pantalla Hollywoodense con un resultado a medias sobresaliente. Esto es debido a una paradójica transición de las reglas teatro-cine, que es salvada por excelentes actuaciones.
“Agosto” (mes bochornoso y sofocante), comienza en una granja a las afueras de Pawhuska (Oklahoma) venida a menos. La cámara entra a un salón- biblioteca con libros amontonados y objetos cubiertos de polvo. Se detiene sobre un hombre sentado en un sillón, Beverly Weston (Sam Shepard), mientras bebe habla consigo mismo y hace una nebulosa referencia tanto a unos versos de T.S. Elliot, como a la patología de su familia. En medio de esa aparente tranquilidad aparece balbuceando y tambaleante Violet Weston (Meryl Streep), seguida por la empleada, una india Cheroque Misty Upham (Johnna Monevata). “Mi esposa toma pastillas y yo bebo”, dice Beverly Weston, un poeta que ha perdido su impronta y siente que el fracaso se adueñó de su vida. Entonces, tras escasos diez minutos, luego de un excelente “tour de forcé” entre él y su mujer, Beverly Weston se esfuma.
La desaparición de Beverly Weston pone en marcha una variación sobre un tema ultra tratado en obras de teatro, films, series televisivas, novelas: los problemas en familias disfuncionales. El clan familiar compuesto esencialmente por mujeres, Bárbara (Julia Roberts), Ivy (Julianne Nicholson), Karen (Juliette Lewis) llega raudamente ante el llamado de su madre. Luego irá apareciendo el resto del grupo: la hermana de Violet, Mattie (Margo Martindale) y Charlie (Cris Cooper) su esposo e hijo Little Charles (Benedict Cumberbatch), Bill (Ewan MacGregor) ex marido de Bárbara y la hija de ambos, Jean (Abigail Breslin) y Steve (Dermot Mulroney) novio de Karen.
Además del exceso de píldoras y alcohol, ya señalados, el resto del menú en este particular funeral son: adulterio, incesto, divorcio y una fallida violación a una menor. El encuentro de la familia trae como resultado una batalla campal entre distintas maneras de pensar y hondos rencores, entre sarcásticos discursos y estallido de lágrimas, pero sobretodo deja traslucir tras cada escaramuza los afectos reprimidos.
Dentro de la trama hay un personaje oculto que es como un gas subterráneo que se ve obligado a salir a la superficie y las consecuencias ambientales a raíz de explosión son terribles. Ese gas son los secretos familiares. Todo el entorno está plegado y se circunscribe a espacios cerrados, de manera teatral. Las escenas más conflictivas se suceden en zonas cargadas de recuerdos (cuadros, fotos, libros, vajillas, discos). Cuando se despliega lo hace de forma tormentosa (ruptura de platos, gritos, palazos).
"August: Osage County ", dirigida por John Wells (fundamentalmente guionista, productor ejecutivo y realizador de series televisivas), no le dio al filme ritmo televisivo, como supuestamente podría esperarse, sino por el contrario consiguió dar a su propuesta la cadencia del agobiante mes de agosto, en el cual los personajes se mueven con lentitud, como arrastrándose por la desvencijada casa y sus alrededores. Su cámara captura con poesía la crepuscular infinitud de la llanura que rodea la granja, a la que la música de Gustavo Santaolalla da una profunda carga de nostalgia. Mientras que la fotografía de Adriano Goldman pone acentos en la intimidad de los personajes y agranda la soledad de los mismos.
“Agosto” es un filme que debe verse a pesar de sus defectos estructurales, porque lo más valioso del mismo está en las actuaciones. Éstas son inolvidables.