Una transposición emancipada.
Siempre se acusa a una transposición cinematográfica de una obra teatral de tener una correspondencia excesiva con el lenguaje del texto fuente, sin poder ofrecer, desde el cine, una salida artística, no sólo por la mera forma, sino por un desarrollo narrativo que permita al nuevo texto desprenderse y tener una conciencia propia. Agosto, del director John Wells (quien hizo -casi- todos sus trabajos anteriores en un tercer lenguaje: la TV), aspira a emanciparse de la carga transpositiva exigida por una obra teatral, a la que se la puede considerar superior por default, por el sólo hecho de pertenecer a un lenguaje más realista, más cercano al público y por tener la cualidad de lo efímero, porque la experiencia de una presentación jamás se repite. A todo esto hay que agregarle la popularidad que ha ganado esta obra escrita por Tracy Letts (quien se encargó también de escribir el guión), atenuante que termina de revestir esa capa de inmunidad que cubre a las piezas teatrales que son “destruidas” por el cine.
Wells parece más un estratega que un director, se cubre eficazmente de la sobreactuación de sus intérpretes (especialmente por tener de protagonista a Meryl Streep) pero más que nada del diseño producción (el llamado production design) porque si bien la locación principal es la casa familiar, esta podría haber sido un simple escenario teatral, lo que hay es una luz natural que cubre todo el film. Los exteriores (el jardín de la casa, el agua -espacio netamente dramático-, la ruta) funcionan más como parte de una historia familiar que como espacios de oxigenación para la narración o para los propios actores. La luz amarilla y naranja oficia de contrapunto de las miserias familiares -motivo temático universal-, que provienen del afuera; son lo que se les escapa a los personajes ya que cada uno está inmerso en su mundo, que poco respeta al del otro. Ello está ejemplificado en la secuencia de la cena familiar, en la que se supone debería sobresalir el diálogo, no obstante lo que se puede desglosar de ella son monólogos (casi todos provenientes de la madre de la familia, el personaje de Streep) y pocas interacciones, siempre interrumpidas por un tercero. Probablemente la situación que mejor define a esta familia disfuncional esté sintetizada en el único discurso de la hija de los personajes de Julia Roberts y Ewan McGregor, encarnada por Abigail “Miss Sunshine” Breslin, quien osa decir que es vegetariana, brindándoles el argumento de que lo que se consume junto a la carne es miedo, el cual todos llevan inoculado por pertenecer a esta familia. Claro que el segmento finaliza en carcajada general.