La intrascendente levedad de Hollywood
Tener un elenco de estrellas, el texto de una obra teatral exitosa y un gran presupuesto no siempre garantizan buenos resultados. Y ese es el caso de Agosto (August: Osage County, 2013). Una película que si no fuera por la conjunción de esos tres elementos pasaría por los cines con más pena que gloria.
La desaparición, por propia voluntad, del patriarca de la familia reunirá en una casona a la esposa de éste (una sobreactuada Meryl Streep), sus tres hijas (Julia Roberts, Juliette Lewis y Julianne Nicholson ), el ex marido (Ewan McGregor) y la hija (Abigail Breslin) de una de una de estas, el novio de otra, y la hermana de la esposa con su marido e hijo (Benedict Cumberbatch). Por supuesto lo que menos se discutirá será la razón por la que el hombre decidió irse y cada uno aprovechará para revelar verdades ocultas que desestabilizarán la falsa armonía familiar.
Agosto cuenta una historia que el cine ha retratado en diferentes oportunidades como La celebración (Thomas Vinterberg, Festen,1998) pasando por Historias de familia (The squid and the wale, Noah Baumbach, 2005) hasta llegar a Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, Jonathan Dayton & Valerie Faris, 2006), por nombrar solo algunas películas recientes. El problema es que en las citadas había cierta búsqueda estética y narrativa que le aportaban al tema de la disfuncionalidad familiar una mirada diferente, dándole una vuelta de tuerca a un conflicto trillado. Algo que el inexperto de John Wells no supo imprimirle a un texto en donde todo es previsible, obvio y cae en cuanto lugar común exista.
El elenco no aporta mucho más que sus nombres. Un reparto estelar donde lo más destacado es la actuación de Julianne Nicholson, la menos conocida de una lista de estrellas que en este caso no hacen nada para demostrar que detrás de esos nombres (y sueldos millonarios) también hay actores capaces de sacar adelante una película sin rumbo ni dirección.
Si hay una película que no tiene nada nuevo que aportarle al cine de hoy es Agosto, donde sin duda lo mejor que le hubiera podido pasar es haberse quedado en el teatro. Un espacio que pese a la mediocridad de su texto le sentaba un poco mejor. Olvidable.