August: Osage County es nuevamente un ejercicio fílmico que no termina de cuajar. Teniendo sus raíces en la laureada obra de teatro de Tracy Letts, es una pieza netamente teatral que siempre satisface a los académicos y termina con varias nominaciones en las ternas actorales, pero en el marco general, uno se va olvidando de la propuesta poco a poco con el correr del tiempo. Es carne de Oscar, lo sabemos, y todos los participantes lo saben, pero no por eso deja de ser una propuesta interesante sobre las internas de una familia a la que la palabra disfuncional le queda chica.
Con la desaparición del patriarca, el poeta Beverly Weston, la excusa de reunir a la familia desperdigada por todo Estados Unidos denota una fricción más que importante desde el comienzo. Quizás ante pesos pesados en la carrera como 12 Years a Slave o Blue Jasmine, la trama de August se vea afectada por su convencionalidad, pero el cándido cruce de las mujeres de la familia es un festín de cuervos con excepcionales actuaciones de por medio, en el que ningún papel -hasta los secundarios- está desperdiciado. El sacar trapitos al sol y pasarse facturas por sucesos ocurridos en el pasado no es una temática para nada nueva, hasta se puede decir que cansina en los tiempos que corren, pero no se puede decir que si el conjunto está bien conducido, no genere buenos resultados, entretenidos en los casos más agudos.
Hablemos entonces de las interpretaciones, pilar fundamental de August. El traspaso de la escena teatral al cine deja un hueco enorme, palpitante, que se rellena con toques álgidos que rayan lo grotesco. En el epicentro está Violet, la violenta y muy verbal matriarca interpretada por Meryl Streep. Muchas veces me repito que a la Academia le encanta nominarla, que una terna de Mejor Actriz no está completa sin Meryl, pero después uno ve la clase actoral en pantalla y la dama no hace más que cerrarnos la boca. La escena del almuerzo familiar es simplemente su demostración más fehaciente de que todavía tiene la capacidad para cerrarnos el pico y mirarla interactuar con cada miembro del grupo con total impunidad, paga el precio de la entrada. El contrapeso dramático más inmediato lo genera Julia Roberts como la endurecida Barbara, quien no recuerda con buenos ojos a su madre y atraviesa también conflictos en su propio seno familiar, incluidos un marido del cual está separada y una hija adolescente en plena pubertad. Como decía antes, ningún secundario está desperdiciado y verlos reunidos bajo el mismo techo -en dicha escena de la comilona familiar- es donde se que ve que cada uno va tomando la posta del otro. Julianne Nicholson, Margo Martindale, Benedict Cumberbatch, Chris Cooper, todos tienen su pequeño gran momento y aderezan con tino esta producción.
Se podría esperar que la dirección de John Wells sea más caótica y menos precisa a la hora de retratar al clan Weston, pero la película tiene una veta fílmica muy casual, tensa pero nada sobresaliente. Esto se nota más con algunas escenas que se sienten forzadas, creadas específicamente para la versión cinematográfica, que agregan más contenido personal a algunos personajes pero que en definitiva le suman una carga pesada al metraje, que va perdiendo fuelle poco a poco. Las dos horas, entonces, se sienten sobrecargadas de información y eso es algo malo cuando se están hablando de temas tan picantes como el incesto, el desapego y la miseria familiar.
August: Osage County es una feroz interna familiar, una película que vale la pena disfrutar por las interpretaciones y por el caos rayano en lo grotesco que es esta reunión penosa. No es increíblemente memorable, pero Meryl da una nueva clase de actuación para alquilar balcones.