Fantasía con bastante más de agua que de sal
Hay quienes creen tener un sosías en alguna parte del mundo, con el cual podrían intercambiar sus destinos. La cuestión es conectarse con él. También existe la idea de ser uno y despertarse siendo otro. Esto puede ocurrir como consecuencia de hiperinflaciones y quiebras, pero, más frecuentemente, sólo como simple especulación literaria derivada de antiguas fantasías sobre el mundo onírico.
Con este esquema Julio Cortázar hizo unos cuentos muy interesantes, como «La noche boca arriba», donde un motociclista se descubre atado a una piedra de sacrificios aztecas. Ahora, en esta película, un tipo casado se ve de pronto boca abajo sobre una linda muchachita, lo que no suena como una atadura de mucho sacrificio que digamos. Pero el asunto tiene sus bemoles. ¿Esto es alguna forma de imaginación, o está pasando de veras? ¿Y cómo puede ser?
Así vemos a un pescador marplatense, que espera un hijo de su novia adolescente (quieren apurar el casamiento para que los padres de ella se enteren recién cuando esté todo en orden), y vemos también a un tipo exitoso, con una esposa realmente bonita, pero sufriendo un matrimonio sin hijo. Uno percibe cierta conexión con el otro, al que no conoce. De pronto pasa algo sorpresivo (eso está muy bien expuesto con mínimos medios) y sus mundos empiezan a vincularse en un plano verdaderamente real. Por ahí va el juego.
En su primera película, «Una de dos», sobre un joven comerciante de monedas falsas, el director Alejo Taube ya había sugerido el vínculo de lo falso y lo verdadero como piezas intercambiables. Y también, la responsabilidad que debe asumirse ante cualquier opción que uno tome. En ésta, la sugerencia avanza sobre planos afectivos que llevan a grandes cambios de vida. Así presentado, el relato es muy interesante. Lástima grande que la película carezca de clima para envolver al espectador en su fantasía inicial, atraparlo con sus ambigüedades, y comprometerlo después junto al personaje que está tomando serias decisiones. Como si fuera deliberado, acá las cosas se suceden sin provocar mayor interés ni demasiada inquietud. En resumen, un cuento que pudo ser atrapante pero no lo es.
Rafael Spregelburd hace los dos personajes masculinos, Mia Maestro y Paloma Contreras Manso lo acompañan, Daniel Cuparo y Mónica Lairana completan el elenco. Fotografía, Diego Poleri.