Distintas miradas sobre una tragedia
El film abre con un flashback de una tragedia ocurrida tiempo atrás, en un hecho delictivo. Uno de los protagonistas purgó su culpa en prisión, mientras la madre del niño muerto vive una pesadilla, inmersa en el vacío y el dolor.
Ausente desde hace mucho tiempo en nuestras pantallas, la cinematografía nórdica, sin embargo, ofreció a lo largo de varias décadas títulos altamente significativos a través de los eximios realizadores Alf Sjöberg y Victor Sjöström y ciertamente, de uno de los más grandes realizadores de todos los tiempos, Ingmar Bergman cuyo parentesco con el cine del director Carl Dreyer, de origen danés, siempre fue destacada. En las dos últimas décadas, los films de esta filmografía sólo fueron conocidos en Argentina de manera ocasional, en muestras y en salas de circuito alternativo. Procedente de aquellas latitudes, llegaron a nuestros cines, hace algún tiempo. Pelle, el conquistador, Los emigrantes, La fiesta de Babette, Navigator, y pocas más.
Presentada en el último Festival de Pinamar, en marzo de este año, precedida por numerosos premios internacionales, y promocionada desde el juicio crítico del documentalista Michael Moore como "el mejor film, sin duda, que he visto en años", finalmente pudo conocerse, sin andamiaje publicitario alguno, este film que permite reconocer tanto en la temática como en el tratamiento de otros títulos de su mismo origen.
Lamentablemente, la respuesta del público en nuestra ciudad, hasta el día de hoy, fue menos que escasa, pese a que su lugar de exhibición es una de las cálidas y luminosas salas de los cines Del Centro, rescatadas de una amenaza de cierre, tras un largo e inquietante silencio.
Aguas turbulentas, según se puede leer en notas sobre su realizador y su obra, es el tercer film de Erik Poppe, nacido en Oslo en 1960. Sus films anteriores Schpaaa del 98 y Hawaii Oslo del 2006 no fueron conocidos aquí en nuestro país. Y por la información recibida los tres abordan cuestiones referidas a las conductas humanas, desde la perspectiva de los conceptos del bien y del mal, jugadas desde un espacio en donde los interrogantes sobre las acciones y la presencia misma de Dios se manifiestan a través de las dudas y angustias de sus protagonistas.
El film abre con un flashback, una acción en el pasado, un hecho que reviste procederes delictivos, que llevan a sus actores a una situación límite, que ingresa en el escenario torrentoso de la tragedia. Este mismo hecho será reconstruido desde una doble perspectiva, tanto del joven que pasó años en prisión y de una madre, que vivirá una continua pesadilla, desde la misma muerte de su hijo, tras una desesperada búsqueda frente a un cuerpo que nunca se encontró. Desde el primer momento la tragedia está allí. Y el tiempo que se irá desplegando a partir de ahí permitirá encontrar y enfrentar miradas, obsesiones, intentos de redención y silencios ante la culpa.
El joven protagonista de esta historia encontrará en el interior de una iglesia, tal como allí lo acogen, una segunda oportunidad. Lleva sobre sus espaldas el rechazo y el olvido, la ausencia de sus propias figuras familiares; lleva consigo el dolor de algo que calló y que aún no puede verbalizar. Su punto de vista sostiene la primera parte de este film cuyo título original responde a la canción homónima, la última que compusieron Paul Simon y Art Garfunkel, Puentes sobre aguas turbulentas, dada a conocer en 1970, y que es un auténtico himno a la amistad; tal como You'll never walk alone, de la comedia musical Carrousell y de su film homónimo como de esta entrañable composición de Chico Novarro, Cuenta conmigo.
Film de una violencia amordazada, que se plasma en el vacío y en el dolor, Aguas turbulentas es un relato que se mira especularmente en los ojos de la infancia, marcando un movimiento y ordenamiento simétrico en el relato; pero que, igualmente, ofrece una proyección posterior que encuentra eco en la misma canción del título.
Tanto la música como el elemento acuático, mostrado de diferentes formas, articulan un relato que puntúa un crescendo que parte de los días posteriores de la prisión del joven organista, la sustitución de su primer nombre por el segundo y desde un rostro que una mujer reconoce reflejado en el espejo del mismo órgano. Historia de sospechas y de espiraladas obsesiones, que generan y activan un ritmo y clima de un thriller, Aguas turbulentas nos lleva a aquellos planteos que reconocíamos en parlamentos y silencios, en vacíos y rostros expectantes, de los films del siempre admirado Ingmar Bergman.
Sobre la culpa y el perdón, sobre la muerte de los otros, sobre los borramientos de los límites que empujan al abismo, Aguas turbulentas es una historia que recupera aquellos interrogantes que los superhéroes del cine de Hollywood ignoran voluntariamente. Y en tal caso, en los que hace a los temas de conciencia nos acerca a ciertos planteos que pudimos seguir en Crímenes y pecados y en Match Point, como asimismo en el episodio que compete al mediocre escritor de Conocerás al hombre de tus sueños, las tres del genial Woody Allen.
En el film que volvemos a recomendar, cada uno de nosotros, los espectadores somos convocados, desde este singular cruce de puntos de vista, a reflexionar sobre lo que acontece, sobre los hechos que tuvieron lugar, sobre los días por venir.