Temática controvertida en una historia intimísta con tratamiento descarnado
En una casa amplia y cómoda con jardín, ubicada en el conurbano bonaerense, vive un hombre solo (Daniel Quaranta). Camina lento, se sostiene con un bastón. No es demasiado viejo, pero está muy desmejorado. Su salud está deteriorada y eso lo avejenta aún más. Está descuidado y abandonado, venido a menos, igual a la casa que habita.
Con su ópera prima Federico Jacobi se involucra con un tema siempre controvertido y actual. Es el momento en que un hijo se termina convirtiendo, forzosamente, en el padre de su padre. Porque este hombre, que no tiene nombre, quedó viudo hace no mucho tiempo. Su hijo, que tampoco tiene nombre, interpretado por Nahuel Yotich, estuvo viviendo en el exterior y volvió para cuidarlo. Él vive en otra casa pero siempre tiene un ojo puesto sobre la salud de su progenitor.
La película es profunda, intimista y descarnada. El director no duda en exigir a sus actores para que dejen todo en cada toma. La dejadez y depresión del mayor está muy bien representada, fundamentalmente resaltando pequeños detalles de su conducta, como así también de su aspecto personal, el de la vivienda y su alimentación.
La realización se centra en dos cuestiones. Cuando el padre está solo porque quiere y, por otro lado, la lucha con su hijo, porque cada vez que aparece para marcarle ciertas pautas se genera una discusión entre quien quiere ayudar y el que no se deja.
El film tiene una breve duración. Federico Jacobi, con un equipo de producción totalmente independiente, llevaron adelante con esfuerzo y dedicación esta obra. El padre es el protagonista y punto de referencia. En ciertas tomas, cuando él está sentado y su hijo se para a su lado para hablar o discutir, la cámara no amplía el plano sino que lo mantiene así, sin cabeza.
También en ciertas ocasiones que el director considera importantes, termina una secuencia con un fundido a negro. En otras, le interesa resaltar algunas imágenes con una potente música instrumental. Para los recuerdos de los buenos y felices tiempos idos utiliza flashbacks recreando con un auto, vestuario, fotografía y objetos, aquella época. Además, para cubrir ciertas escenas no filmadas recurre a la voz en off, con pequeños diálogos que le sirve para transmitir información al espectador y así completar los huecos de la historia.
El viudo, extraña a su mujer. Espera y desea la muerte. Está en él hacerle caso a su hijo, o tirar la toalla, definitivamente.